Diego Barragán Guerrero

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Imagina, por ejemplo, que un emisor transmite letras del alfabeto inglés como parte de un mensaje más largo. Si las dos primeras letras enviadas son la T y la H, esto acota mucho las posibilidades en cuanto a qué letra será la siguiente. La probabilidad, por ejemplo, de que a continuación vaya X, Q o Z es cero; pero la de que el emisor añada la E es bastante alta.
Un Mundo sin e-mail: Reinventando el trabajo en un mundo con exceso de comunicación (Spanish Edition)
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