En el otoño de 2007 las reuniones duraban ya cerca de 30 minutos, porque los estudiantes hablaban más con su tutor sobre cuestiones técnicas concretas. Y, aunque esas reuniones proporcionaban más información técnica, no generaban más interés o contribuciones del grupo; al revés, se volvieron aburridas y pesadas, por lo que volvimos enseguida a la disciplina de las reuniones cortas.

