Felipe Illingworth Pérez

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Varios tupamaros presos terminaron en el hospital militar con fracturas, paros respiratorios, traumatismos múltiples y hasta muslos desgarrados por mordeduras de perros. Hubo violaciones en la mayoría de los cuarteles, y ningún oficial quiso pasar por flojo en esa circunstancia.
Las cenizas del cóndor
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