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Kindle Notes & Highlights
—Abuela, ¿por qué la gente dice que soy raro? Sus labios se destensaron. —Quizá sea porque eres especial. La gente no soporta cuando algo es diferente, eigoo,* mi pequeño monstruo adorable.
La alegría, la tristeza, el amor, el miedo: todas estas cosas son ideas vagas para mí. Las palabras “emoción” y “empatía” son para mí sólo tinta en papel.
suerte. La suerte desempeña un papel enorme en la injusticia que existe en el mundo. Incluso más de lo que uno podría esperar.
Los libros me llevaban a lugares a los que nunca podría ir de otra manera. Compartían confesiones de personas que no había conocido y vidas que no había presenciado. Las emociones que nunca podría sentir, y los eventos que no había experimentado podría encontrarlos todos en estos volúmenes.
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Todos piensan que lo “normal” es fácil y todo eso, pero ¿cuántos de ellos encajarían realmente en el supuesto camino fácil que implica esa palabra?
“No existe una persona que no pueda ser salvada. Sólo aquellos que dejan de creer en la salvación de los demás.”
Para usar la descripción de la abuela: una librería es un lugar densamente poblado por decenas de miles de autores, muertos o vivos, residiendo unos al lado de otros. Pero los libros son callados. Permanecen en un silencio sepulcral hasta que alguien abre sus páginas. Sólo entonces desvelan sus historias, calmada y cuidadosamente, al ritmo perfecto que yo soy capaz de manejar.
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Eso es lo que la práctica tiene para ofrecer: milagros y también limitaciones.
A pesar de que mi cerebro fuera un desastre, lo que mantuvo mi alma en una pieza fue la calidez de esas manos sosteniendo las mías a ambos lados.
¿Vivimos por algún propósito en específico? Seamos honestos, vivimos simplemente porque estamos vivos. Cuando las cosas van bien somos felices, y cuando no, lloramos. Lo mismo sucede con correr. Estoy feliz cuando llega la primera y me entristezco cuando no.
—Sin embargo, me gustan los libros viejos. Tienen un aroma rico, más vivo. Como el perfume de las hojas en otoño —ella sonrió ante sus propias palabras. Luego, se marchó con un rápido “Nos vemos”, antes de que yo pudiera responder.
Las personas cierran sus ojos a una tragedia lejana diciendo que no hay nada que puedan hacer, sin embargo, tampoco se enfrentan a una cercana porque les horroriza. La mayoría de las personas pueden sentir, pero no actúan. Ellos dicen empatizar con lo que ocurre, pero olvidan fácilmente. A mi modo de ver, eso no es verdadera empatía. Yo no quería vivir así.
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