No sé si repetiría la experiencia de ir a un Vipassana. Lo que sí sé es que agradezco haberme dado la oportunidad de experimentarlo. Un viaje a bordo de uno mismo, es el viaje más difícil de todos. Es la única forma de llegar a conocerse, de dejar de medirse por la percepción de los otros. Mirar hacia dentro no es fácil; por eso, a menudo, andamos buscando en qué distraernos. Ahora, cuando me hallo buscando con desespero cosas para hacer, me regalo un instante para pensar si acaso hay algo de lo que esté huyendo.

