Si se enfermaban lo hacían a la vez, y entonces mi mamá llevaba al más grave donde el pediatra y luego le administraba a los otros dos los mismos remedios. A mi mamá se le puede acusar de todo, excepto de no ser una mujer práctica. La gente se aterraba y le decía: «Pobrecita, que mi Dios le ayude» y ella respondía: «Dios no va a venir a lavar los pañales, así que venga usted y écheme una mano».

