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Algunas tentaciones se vencen mejor huyendo.
los mandamientos de Dios tienen como fin no solamente regular la conducta externa, sino también la disposición interior.
La santidad comienza en la mente
lo que permitimos que ingrese en la mente, tiene una importancia capital.
Los programas de televisión, las películas que vemos en el cine, los libros y revistas que leemos, la música que escuchamos y las conversaciones en l...
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ni aun se nombre entre vosotros” es una frase que elimina totalmente todo hablar sugestivo para el que quiera vivir una vida de santidad.
Con frecuencia ni siquiera somos conscientes de que nuestras actitudes son pecaminosas.
siempre está implícita la actividad de la voluntad personal.
debemos cuidar lo que entra a la mente y lo que influye sobre la emociones.
Si cuidamos diligentemente la mente y las emociones, veremos que el Espíritu Santo obra en nosotros para conformar nuestra voluntad a la suya
No existe absolutamente ningún atajo para alcanzar la santidad que eluda o no dé la prioridad adecuada a la apropiación constante de la Biblia.
debemos darle prioridad a la Biblia en nuestra vida—no
Dios generalmente apela a la voluntad por medio de la razón, el pecado y Satanás generalmente apelan a nosotros por medio de los deseos.
“Repetidos actos de consentimiento de la voluntad ante el pecado pueden engendrar una disposición y una predisposición de la voluntad hacia una propensión y un alistamiento para consentir al pecado ante la más mínima solicitud.”
hábitos que aumentaban nuestra pecaminosidad.
la repetición frecuente.
decimos “no” al pecado,
no permitir excepciones jamás.
se requiere diligencia en todos los aspectos para asegurar el éxito en uno de ellos.
Podemos sentir que un hábito en particular “no es tan malo”, pero si cedemos continuamente a sus impulsos, la voluntad se debilita y nos resultará más difícil resistir los embates de la tentación en otros aspectos.
no nos desalentemos ante los fracasos.
La lucha por la santidad tiene que ser librada en dos frentes—el externo y el interno.
la santidad es obediencia a la voluntad de Dios en todo lo que Él nos indique.
la falta de fe lleva a la desobediencia.
Uno de los “talentos” que Dios ha concedido a cada creyente es la posibilidad de andar en santidad, libre del dominio del pecado.
¿Perseveraremos a pesar de los frecuentes fracasos, resolviendo no desistir jamás?
En el Prefacio consideramos al granjero que, en dependencia de Dios, cumple su responsabilidad si quiere tener una cosecha. No se queda sentado esperando que actúe Dios; más bien él obra, confiando en que Dios hará Su parte. Si queremos adquirir alguna medida de santidad, nosotros también debemos de adoptar una actitud semejante. Dios ha dicho claramente:, “Sed santos, porque yo soy santo”.

