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Ni nada es tan grave ni la vida se acaba. Solo… se abren nuevas posibilidades.
vivía enganchada a unas pastillitas que le quitaban el dolor y que si las tomas con alcohol (como ella solía hacer), eliminan incluso el sentido de la existencia humana.
Pero no somos lo que tenemos, ni para bien ni para mal.
es mejor que te critiquen a que no hablen de ti. ¿Qué iba a conseguir yo, que no destacaba en nada?
Lección vital: nunca te esfuerces en eliminar el prejuicio de los ojos de alguien porque probablemente ve lo que quiere ver.
Y aun teniendo tantas cosas…, lo que más importaba era la tremenda sensación de que no tenía absolutamente nada.
Los tíos somos unos gilipollas orgullosos, pero, a la hora de la verdad, nos arrodillamos para rendir pleitesía a la primera mala malvada que nos calcine el corazón.
Y nos besamos. Nos besamos como debería besarse todo el mundo. Como en una despedida en la estación. Como en las canciones que se dedican en una gramola. Como los protagonistas de un drama cargado de premios que, una vez estrenada la película, se enamoran fuera de la pantalla.
Es probable que eso fuera lo que me enganchara a aquella relación: el vaivén, la intensidad, la sensación de caída libre.
la libertad, la de verdad, cuesta demasiado dinero.
a veces el ser humano hace estas cosas: se hace creer a sí mismo que eso que siente es química, aunque solo sea ansiedad.
Fue como una bofetada. A veces la familia tiene que hacer esas cosas. No hablo de violencia física, claro, hablo de poner los puntos sobre las íes, de ser francos, de decir las cosas sin melindrizar y dar vueltas y vueltas para añadir, como si fuese un algodón de azúcar de feria, capas de algo que haga la verdad más digerible.
—La mala suerte no existe, madre —respondió ella, tirante—. La vida pasa, a veces para bien y a veces para mal.
Es complicado explicar el mecanismo por el cual la mente te hace asumir que ciertos miedos son verdad. Es difícil hacerle entender a alguien que no lo haya sufrido la manera en la que se estremece el cuerpo cuando sientes que no eres suficiente, porque por mucho que consigas nunca serás… añádase la palabra adecuada a cada caso. En el mío eran «magnética», «suficiente» o «especial». Síndrome de la impostora. Mi vida de cuento… en realidad la merecía otra persona.
¿Sabes el sonido que produce la pérdida de energía en una torre de alta tensión? No. Yo tampoco lo sé, pero imagino el súbito descanso que produce la desaparición de un sonido que ni siquiera sabías que estabas escuchando. De pronto todo se calmó. Sí, lo sé. ¿Qué mierda de explicación es esa? No lo sé. Pero todo se calmó. Todo.
El amor no es esperar angustiado a que responda un mensaje ni medir cuánto vales por la atención que te preste un día, a sabiendas de que el viento soplará en otra dirección y ella cambiará de parecer el siguiente.
No. Eso es el amor mal entendido. Si te hace sufrir, no es amor. Amar es divertido. Superdivertido, en realidad. —Esbozó una sonrisa preciosa, clara, fiable—. Te sientes tan cómodo y tan tú con el otro que casi podrías hacer cualquier cosa. Te sientes capaz. Y os reís con la boca llena, peleando, cocinando y hasta en la cama. David, de verdad…, el amor es mucho más ligero que todo lo que has sentido. Te hace volar, no te aplasta contra un sofá abrazado a…, ¿qué es esto? —Señaló una prenda de ropa que tenía agarrada y que abrazaba cuando estaba tirado en el sofá.
Inmaduro. Cabeza llena de pajaritos. Un romántico desfasado. Nula visión de futuro. Cortoplacismo enfermizo. Necesidad de reafirmación. Dependencia emocional. Tendencia a llamar «libertad» al mecanismo mediante el cual justificaba mi mediocridad. Conformismo y resignación a no conseguir nada mejor que mis tres trabajos como autónomo. Mis pintas. Vivir «compartiendo piso» (ocupando el sofá, mejor dicho) con mi mejor amigo, su novia y su bebé de siete meses. No tener un chavo en el bolsillo para hacer planes ni viajes. Eructar después del primer trago de cerveza.
todo acto tiene sus consecuencias. Es una de las primeras cosas que aprendes durante la niñez y se supone que tu existencia será algo más sencilla con esta enseñanza, si es que tienes el tino de pensar antes de hacer las cosas,
Ahora sé que lo único que quería era quedarme quieta y que fueran pasando los días sin necesidad de tomar una decisión. Todo estaba tan mal que me daba la sensación de que coger el mando, moverme en una dirección, significaría no ser capaz de volver atrás, de cerrar puertas y de asentar el caos. Estaba tan asustada…, cualquier decisión me parecía una cagada colosal en potencia. Aunque, bueno, después del INCIDENTE era difícil encontrar algo más… ¿terrible?
El trabajo duro llama al desorden.
Al enemigo ni agua, Margot, estás en tierra hostil.
Solo tenía que tener paciencia. Y paciencia tenía, eso seguro…, porque con la cantidad de dignidad que había perdido disponía de más espacio en mi ser para cultivarla.
¿Recuerdas lo de las verdades a las que se les añade poesía como el caramelo al algodón de azúcar? Pues pasa lo mismo con las mentiras. A veces son más digeribles.
—No está rara, está estresada. Tiene treinta y seis años, tres hijos y un negocio de éxito. ¿Cómo estarías tú? —Muerta. Pero no me refiero a eso. En serio, fíjate.
Supongo que nos pasa a todas. Si eres rubia quieres ser morena, si tienes el pelo rizado lo quieres liso, si eres flaca quieres curvas; supongo que si no fuese así quebrarían un montón de empresas que se dedican a alimentar nuestras inseguridades para vendernos algo que, mágicamente, las solucione.
Metí la pata. Joder. La metí hasta el fondo. Pero ¿no es en eso en lo que consiste de verdad el amor? ¿No se supone que no amamos de verdad hasta que perdonamos algo importante? ¿O todo aquello eran pequeñas mentiras con las que nos convencían de que el amor mediocre, el que te hace daño, debe ser llevadero?
«La gente que está triste necesita gente que aún lo está más para entenderse».
Miré al techo y me imaginé, con felicidad, que la lámpara se me caía encima. No quería una muerte dramática, solo un par de semanas de hospital.
decidí marcharme. Y me tendí en la cama. Bocabajo. Con suerte me ahogaría. Ya no quería un par de semanas en el hospital, quería la experiencia completa: muerte por aplastamiento con lámpara de diseño.
Nos dimos un abrazo con la mirada. Hay personas a las que solo les hace falta mirarte para estrecharte entre sus brazos.
Es sencillo: vete. Pero aprovecha la oportunidad y vete por ti, no por ellos. Vete por ti y por todas las cosas que ni siquiera sabes que te apetece hacer porque nunca tienes tiempo de hacerlas. Vete por la parte de ti que está triste y por la que va a ser feliz. Vete por mí también, que no puedo.
No hace falta que estés continuamente demostrando que te lo mereces, ¿vale? A la mierda quien se crea que no. Con que tú lo sepas…
La vida es mucho más que amor. O, mejor dicho, se puede querer mucho más que a un hombre.
nadie lamentable tiene los ovarios de salir corriendo de una boda con quinientos invitados.
—¿Por qué me caes bien? —le pregunté con una mueca cuando me di cuenta. —Porque soy raro, como tú. —Tu rareza y la mía no se parecen ni en el blanco de los ojos. —A lo mejor es eso. —Me lanzó un guiño descarado.
¿No te ha pasado nunca? De pronto conoces a alguien y lo quieres en todos tus planes y te parece increíble haber podido divertirte sin él/ella. Eso nos pasaba. Solo éramos un montón de esperanza.
Un abrazo es el primer acto de amor, pero no siempre respeta el orden. A veces uno solo es capaz de abrazar de verdad cuando ya está todo roto. Otras, sin embargo, como aquella vez, dos personas son capaces de reconfortar un cuerpo al que aún no han amado.
Solo una madre puede hacerte sentir tan decepcionada contigo misma.
necesito que no esperes que sea yo quien imponga cordura sobre los planes porque… de eso no uso, cielo.
Me refiero a lo que realmente compra el dinero: tiempo. Pero para ti.
Porque el amor no va de crear dependencias, sino de hacer crecer las alas. Y a ti aún te están saliendo las plumitas, pollito.
Toda la vida escuchando a mi madre decir que la gente envidiaba a personas como yo porque tenemos chófer personal, porque viajamos en primera y porque, en ocasiones, hasta alquilamos jets privados y… qué triste darme cuenta de la purita verdad. Lo único envidiable es la sensación que experimenté montada en aquel trasto y que tardé treinta y dos años en entender: ahí fuera se puede ser libre, independientemente de lo que tengas o de quién seas.
el conocimiento no nos hace libres. Nos hace más conscientes de nuestras propias limitaciones.
Me has escrito buscando que te dijera: «¡Estás loco!», y no sé la razón por la que te da tanto miedo acostarte con alguien que no sea Idoia, pero… yo no pienso ejercer de madre victoriana. Echa un polvo. ¿Uno? ¡¡Veinticinco!! Estás en el paraíso y en mi idea del cielo se folla como un degenerado.
Si mi madre me hubiera visto ser tan feliz se hubiera muerto.
A veces, en el mismo instante en el que vives algo sabes que pasarás años deseando vivir perdida en ese recuerdo.
Y es una lástima que la vida no sea una película en la que podamos ir escogiendo la banda sonora que merecemos en cada momento, porque allí nos merecíamos escuchar una de esas canciones ñoñas y apoteósicas que nos hiciera comprender que uno ya es afortunado viviendo y sintiendo las cosas,
Quizá tenía algo que ver con mi maldita necesidad de convertirlo todo en algo lo suficientemente impecable como para justificar su existencia.
Princesa… —Se rio David—. Sé que te costará creerlo, pero no somos los únicos sobre la faz de la tierra.

