Toda la vida escuchando a mi madre decir que la gente envidiaba a personas como yo porque tenemos chófer personal, porque viajamos en primera y porque, en ocasiones, hasta alquilamos jets privados y… qué triste darme cuenta de la purita verdad. Lo único envidiable es la sensación que experimenté montada en aquel trasto y que tardé treinta y dos años en entender: ahí fuera se puede ser libre, independientemente de lo que tengas o de quién seas.

