Respira hondo. Tranquila. Estoy contigo, ¿vale? No me moví, a pesar de sentir su aliento cálido cerca de mí. Era como cuando alguien le dice a otra persona que se encuentra fatal la célebre frase: «Venga, no estés mal». Ah, pues muchas gracias, ya soy plenamente feliz; gracias por tu ayuda.

