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Sólo los que van a contracorriente consiguen llegar a su destino; allí donde están todos no hay hueco para nadie más.
es mucho mejor perseguir tus sueños que dejar que tus sueños te persigan a ti sin alcanzarte, porque uno nunca se cansa de aquello que le hace feliz.
los recuerdos no son más que sueños en el pasado, pruebas de otras vidas que no nos atrevimos a vivir.
No trates nunca de obligar a nadie a que se quede a tu lado: dale alas para que pueda decidir libremente cuándo irse y cuándo volver. Ésa será la única manera de asegurarte un amor real y auténtico. El pájaro que vuelve a casa es el que vuela.
el amor no tiene forma, mi vida, ya lo descubrirás, no se coloca en un rincón de nosotros y busca su espacio. El amor te agarra de las manos, te eleva y te suelta sin paracaídas. Ese vértigo es maravilloso. Y después... Durante el descenso ves los paisajes más bellos del mundo, ves tu vida clara y limpia, como una nube, y nada más importa.
La vida está llena de primeras veces, de situaciones que descubrimos al comenzar algo. Esos momentos colman nuestra memoria —los primeros en habitarla son recuerdos de este tipo—, escriben la base de las experiencias futuras. Sin embargo, uno tiene que vivir muchas veces una misma cosa para poder aprenderla y experimentarla en su totalidad.
Es necesario comprender la fugacidad de las cosas para poder atraparlas en el instante justo en que nos pasan por delante.
«Nuestros hijos tendrán la piel del color de los caminos que mis padres recorrieron para traerme hasta ti, Dorita, y sus ojos serán libres y verdes como las montañas que nos rodean y nos aprietan en las tardes, y les pondré el nombre del río que nos lleve lejos de este lugar, serán listos como tú y tendrán tu acento grabado en el corazón, y sabrán buscar su sitio y quedarse en él cuando lo encuentren, Dorita, como nosotros, porque les enseñaremos que el amor no espera, se queda cuando él decide».
Hay momentos en los que la vida te coloca en una situación compleja: escoger entre lo que puede hacerte feliz y lo que quieres que te haga feliz.
Entonces surgen los segundos caminos, esos en los que no se vislumbra el final, ni siquiera el recorrido. Están plagados de miedo y vértigo, de una indecisión que a veces parece que no termina, de dedos acusadores que llaman imprudencia y osadía a tu valor. Entrañan riesgos y, casi siempre, falta de seguridad, de la certeza de que aquello vaya a salir bien. Sin embargo, en esos lugares se encuentran los sueños, las verdaderas aspiraciones de cada uno, ya sean trabajos, relaciones o ganas de abrir nuevas puertas. En esos trayectos aparece de pronto la libertad más pura: la del alma.
Hay que abrir los ojos para poder soñar, no lo olvides: los sueños no se cumplen con los ojos cerrados.
«El amor se acaba cuando uno de los dos cierra los ojos».
El hecho de no atreverse a empezar algo por la pena que sufriste en otro momento carece de sentido. Las personas debemos aprender a vivir con el dolor o, mejor dicho, dejar de tenerle miedo. También tenemos que saber asumir el dolor como algo propio y no darle el nombre de otra persona, a pesar de que haya sido causado por ella y no elegido por nosotros. Ésa es la única manera de comprenderlo y poder sobrellevarlo sin que afecte a las decisiones futuras.
aprender a vivir con los finales sin renunciar a otros principios
El amor es así, no es un camino llano y simple, sino que está lleno de piedras. Es un acantilado con vistas preciosas, créeme, pero da vértigo por la altura. Pero él estaba ahí, seguía ahí, justo enfrente, tendiéndome la mano —tus manos se parecen tanto a las suyas...—, sin perder esa sonrisa que siempre alumbraba su rostro. En esos momentos yo me sentía atrapada, su risa resonaba por todas partes. Es importante que escuches lo que voy a contarte ahora, pues es un error que muchos cometen. En las relaciones, el amante tiende a pensar en el amado de una manera egoísta. He visto a muchas
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Muchos creen que, cuando las cosas se complican, la solución más apropiada es irse lejos. No se dan cuenta de que todo aquello que abandonan sigue intacto y en el mismo lugar cuando vuelven. Es como una cama rota. Aunque uno de los dos se vaya, la cama seguirá rota cuando decida volver, porque el que se queda no puede arreglarla solo, es un espacio compartido. Una huida, cariño, no es más que una pausa en el tiempo, a veces irremediable.
Haz tu camino y encuéntrame en él cuando lo desees. Yo estaré contento si me dices que en algún momento te quedarás en el mío y seremos felices.
Creo que no hay sensación más hermosa que la de sentir que haces la vida sencilla a alguien que te importa.
Eso es el amor también: la espera, la paciencia que lleva a la tranquilidad de saber que el que viene caminando hacia ti, aunque esté roto, aún hace pie.
Cuando uno se acostumbra a los sonidos de alguien, cualquier otro ruido se silencia, incluso el propio. El problema es que cuando se va, el eco que deja es peor que un grito.
Tardé tiempo en darme cuenta de que nadie necesita que lo salven, de que sólo uno es capaz de salvarse a sí mismo.
A veces suena su risa cuando está todo en silencio, como si me recordara que la vida nunca muere.
El equilibrio. Uno, aunque esté cansado, debe tener un ojo siempre abierto para no perder de vista lo que sucede.
entender a alguien es mucho más sencillo que entendernos a nosotros mismos. Basta con abrir los ojos y aguzar la mirada, responder sus preguntas con sus respuestas y no con las nuestras, y dejar la puerta siempre abierta.
hay ocasiones en las que no es el amor el que viene, sino que somos nosotros los que tenemos que buscarlo cuando todo va mal y pedirle que se quede, porque al amor también hay que acostumbrarlo, en el amor también hay que confiar.
todos recordamos el peor día de nuestra vida, pero muy pocos sabríamos precisar cuál ha sido el mejor. Le damos más importancia a aquello que nos daña que a lo que nos hace felices.
«Hay que amar hasta en la guerra», decían mis abuelos. «Hay que amar sobre todo en la guerra», pienso yo ahora.
los errores existen por algo, están ahí puestos por un motivo, ellos mismos nos buscan para que los cometamos porque es la única forma de aprender.
hay gestos, cariño, que no le cuestan nada a uno y para el otro son un mundo. ¿Por qué evitarlos? La felicidad es tan sencilla...
La partida de tu abuelo me dejó un vacío que jamás se ha vuelto a llenar, pero del mismo modo también me hizo abrir los ojos y ver la vida como lo que es, algo impredecible, un instante que hay que habitar exprimiendo todas sus posibilidades. A veces la muerte se convierte en un canto a la vida.
«Aquello de lo que huyes te persigue toda la vida».
¿Qué ocurre cuando no encontramos nuestro sitio, cuando el mundo nos da la espalda y de pronto nos sentimos perdidos, rechazados, abandonados? ¿Qué debemos hacer entonces? No existe un lugar al que podamos acudir cuando nos sentimos así. ¿Sabes qué es lo que hay que hacer en ese momento? Debemos caminar, dar un paso tras otro, da igual hacia dónde, da igual de qué manera mientras avancemos. Qué más da la dirección hacia la que uno camine, lo importante es no quedarse quieto. ¿Sabes por qué? Porque el paisaje, mi amor, es lo más valioso. Pararse es como cerrar los ojos. No te haces una idea,
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sólo la vida puede acabar con el amor. La muerte, nunca.
«Llevo huyendo toda mi vida y es probable que algún día también me vaya de aquí sin ti, pero ahora sólo quiero estar contigo».
Qué angustia, darte cuenta de que amas a alguien cuando te hace daño. El amor no debería funcionar así; sería mucho más sencillo dejar de querer a la persona en cuestión en el momento en que te lastima. Pero no, es un sentimiento que se intensifica cuando todo pierde equilibrio y peligra. Por eso el amor y el dolor van siempre de la mano, y uno no debe obsesionarse con evitarlo.
Si hay algo peor que olvidar a quien amas es amar a alguien que ya no existe.
el amor se termina cuando hay más recuerdos que sueños.
¿Cuánto ha pasado? Mucho tiempo; ha debido de ser demasiado porque no me siento las manos, voy a abrirlas, estará bien, aquí sólo hay aire y el aire ya no puede hacerle ningún daño, míralo, ya no puedes verlo, pero yo sí, se está alzando, está remontando el vuelo, ya no hay daño, ya no hay miedo, está volando de nuevo.
Yo me recuperé, cielo. No me tiembla la voz ni los recuerdos al decirte que volví a ser feliz. ¿Sabes cómo? Valoré todo lo que tenía y también lo que había tenido, que eso es algo que nunca hay que olvidar, aunque sea parte del pasado. Dejé que mi vida me diera lo que tenía preparado para mí. Me di un respiro. Recobré el aire. Es una costumbre tonta que tenemos las personas: recordamos lo que tenemos cuando perdemos algo. A mí sólo me faltaba tu abuelo, sí, pero no en mi corazón; ahí sigue siempre el suyo.
Lo primero en lo que pensé nada más escuchar a Andrés fue en Dora y en lo feliz que se habría puesto. Seguro que me habría dicho algo así: «¿Ves, Gaelito? El que busca encuentra, mi niño, y el que se permite buscar se encuentra a sí mismo».
posible que el mundo se detenga contigo corriendo dentro y será entonces, en ese momento de oscuridad absoluta, cuando debas abrir las manos y recuperar todo eso, toda la belleza que el universo te dio una vez y sigue dentro de ti, todo lo hermoso que late dentro de tu alma. Tendrás que volver a todo eso, mi vida, tendrás que hacerlo por ti, tendrás que sacarlo de dentro y ponerlo en tus manos y por todo tu cuerpo, y dejar que tu propia luz te abrace, y conocerte otra vez, y darte otra oportunidad, y empezar de nuevo, mi amor, como los árboles.
«Los días sin ti son días conmigo»,

