Me quedé allí, quieta, sin querer alejarme de aquel olor, confusa, dolida, más niña… y a pesar de que creí que daría un paso atrás, su mano se posó en la parte baja de mi espalda. Mierda. La cercanía. El calor. El olor. La piel. El vínculo. El chispazo. Hay cosas primigenias, que nacen con nosotros y en mí, desde que vine al mundo, había algo que solo le pertenecería a él.

