Raquel sigue de viaje. Avísame si te apetece salir un rato. Hay un bar al que tengo ganas de ir. No respondí por dos razones. Una porque Candela no me quitaba el ojo de encima y no quería que pensase que me pasaba mi jornada laboral colgada del teléfono con temas personales. La otra, porque aquel mensaje parecía pertenecer, sospechosamente, a dos personas con una relación insana que debían esconder. Y eso me asustó.

