Los creyentes están impulsados por creencias profundas y apasionadas. Le dan mucho valor al conocimiento y son apasionados por la verdad. Se dedican a aprender la verdad, a enseñarla y a defenderla. Se definen a sí mismos en términos de lo que creen y están listos para dar sus vidas por estas creencias. El problema es que muchos de ellos no están listos para liderar.

