Me muero, y es hora, Tula, de decirte toda la verdad. Tú me casaste con Rosa. —Como no te decidías y dabas largas... —¿Y sabes por qué? —Sí, lo sé, Ramiro. —Al principio, al veros, al ver a la pareja, sólo reparé en Rosa; era a quien se le veía de lejos; pero al acercarme, al empezar a frecuentaros, sólo te vi a ti, pues eras la única a quien desde cerca se veía. De lejos te borraba ella; de cerca le borrabas tú.

