Lo eres —dijo él—. Eres lo más hermoso que vi en mi vida. Y lo pensé desde el primer momento en que te vi en Calanmai. Y era estúpido, era estúpido que la belleza significara algo pero… a mí, me ardían los ojos. —Y eso es bueno —agregó él— porque tú pensaste que yo era el macho más hermoso que hubieras visto nunca. Así que estamos a mano.

