En lo tocante al organismo, la harina blanca no es muy diferente del azúcar. A menos que le añadamos algún suplemento, no ofrece ninguno de los componentes buenos de los cereales integrales (fibra, vitaminas B, grasas buenas) y es poco más que un chute de glucosa. Un festín de glucosa es una bomba incendiaria que causa estragos en el metabolismo de la insulina. Es mejor comer cereales integrales y reducir el consumo de harinas blancas.

