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toda historia es como un gran pastel, cada quién da cuenta de la tajada que se come y el único que da cuenta de todo es el pastelero.
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tú conoces cómo va la onda, muñeca linda, le dice el Midas a Agustina, porque tú provienes de ese mundo y si emprendiste la fuga fue porque de eso ya habías comido bastante, ¿y acaso el sabor se olvida?, no reina mía, ese regusto a mierda permanece en la boca por más gárgaras de Listerine que hagas.
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y pese a que era la primera vez que la madre de Agustina y él cruzaban palabra, terminaron peleándose por teléfono con desenvoltura de viejos contendientes y lo que empezó siendo un intercambio breve y seco, en el que se sopesa cada palabra para no rebasar lo estrictamente impersonal, terminó de parte y parte en un diálogo de folletín, con atropellado intercambio de frases mal construidas, peor pensadas y tan llenas de mutuos reclamos que aquello resultó de una repugnante intimidad,
y es que sólo quien tenga la ambigua suerte de convivir con un visionario puede saber de la tiranía que eso significa, porque al alertar sobre presentidos peligros, las corazonadas del visionario paralizan viajes, propósitos e impulsos, de tal manera que nunca llegas a comprobar si la supuesta fatalidad se hubiera cumplido o no; mejor dicho se cumple aunque no se cumpla,
qué típico de Agustina decir hacer que asome la luna de la uña en vez de removerse la cutícula, como dice todo el mundo;
Hay otras gentes, abundan los gestos amables, los juegos de pelota, las celebraciones colectivas en escenarios confortables, los rituales predecibles de una felicidad de cajón, happy birthday to you, marcha triunfal de Aída, amigos siempre amigos, muy pronto junto al fuego, Réquiem de Mozart, el día que tú naciste nacieron todas las flores, todo el repertorio de una vida que va cumpliendo organizadamente sus ciclos, como si lo hiciera a propósito para que el fotógrafo pudiera captarla y pegarla ordenadita en los álbumes.
en ciertos momentos excepcionales, a veces en medio de las peores crisis, la normalidad parece apiadarse de nosotros y nos hace breves visitas.
tú sabes que del norte al sur de Bogotá hay más distancia que de aquí a Miami,
mi miedo es un animal en crecimiento que exige alimentación y que se va tragando todo,
me hizo gracia ver que aunque entre los tuyos eso se llamara tomar el té y entre los míos tomarse las onces, a las cinco de la tarde las dos familias servían a la mesa las mismas harinas amasadas a la manera del campo, en pleno barrio chic de Bogotá, las mismísimas almojábanas del San Luis Bertrand, y de ahí deduje que la diferencia infranqueable entre tu mundo y el mío estaba sólo en la apariencia y en el brillo externo,
he leído que cuando cayó la bomba atómica en Hiroshima las sombras quedaron grabadas en los muros sobre los que se proyectaban, pues todo lo que ocurrió durante nuestra bomba atómica familiar también ha quedado grabado con cincel en mi memoria,
interpretar la vida sexual de la gente como una afrenta personal debe ser una característica ancestral de las familias de Bogotá,
yo también sé jugar ese juego que se llama No pienso en eso ergo no existe, o No se habla de eso luego no ha sucedido,
Que me perdone Voltaire pero esto es un milagro,
yo no sé qué será la felicidad, dice Aguilar, supongo que nadie lo sabe, lo que sí sé es que felicidad fue lo que sentí cuando vi mi nombre escrito por ella en esa hoja de papel, con todo y bolita en vez de punto sobre la i,

