Lidia Rodriguez

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–¡Y a mí qué me importa la conversación! –replicó ella–. Lo que yo quería era estar con... –¡Sigue! –dijo Catherine, al ver que la otra no se decidía a terminar la frase. –Pues con él. Y no me gusta que siempre me estéis mandando irme –continuó acalorada–. Eres como el perro del hortelano, Cathy. No puedes soportar que le hagan caso a alguien que no seas tú.
Cumbres borrascosas
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