Lidia Rodriguez

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¡Eres una embustera, no te he tocado! –gritó ella, con las orejas encarnadas de rabia y haciendo amago con dedos temblorosos de repetir su acción. Nunca era capaz de controlar sus pasiones, y cuando se enfurecía toda ella se convertía en una llama. –¿Y entonces esto qué es? –repliqué yo, enseñándole una marca en el brazo, como refutación a sus palabras. Dio una patada en el suelo y luego, tras un breve titubeo, dejándose llevar por la rabia que la envenenaba, me propinó un rotundo bofetón que arrasó de lágrimas mis ojos. –¡Pero, Catherine, querida! –intervino Linton, profundamente impresionado ...more
Cumbres borrascosas
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