Que un mito religioso nos prometa que en realidad nunca moriremos, porque después de la muerte nuestra alma eterna ascenderá al cielo ¿de verdad nos hace felices o solo nos convierte en ilusorios? ¿Es la muerte la causa principal de nuestra desgracia, o más bien nuestra desgracia nace de nuestros intentos de negar la muerte? Si alguien pierde su fe religiosa y acepta su mortalidad, ¿debe la red informática verlo como una pérdida neta o como una ganancia neta?

