En una nueva economía imperial de la información, cualquier lugar del mundo ofrecerá datos en bruto que, después de recolectarse, fluirán hacia el núcleo imperial. Allí se desarrollará la tecnología más avanzada, capaz de producir algoritmos invencibles que permitan identificar gatos, predecir las tendencias de la moda, conducir vehículos autónomos y diagnosticar enfermedades.

