Gastón le explicó que la cuenta se cargaba a la factura del hotel, salvo el diez por ciento de la propina. ¿Cuánto sería? —Veinte dólares —dijo Gastón. Ella se crispó por una casualidad inconcebible que sólo podía ser la señal que esperaba de su madre para cauterizar las lacras de su aventura.

