Que los televisores de esta nave, que son sus ojos, queden ciegos. Que las garras, que son sus brazos, se paralicen. Que los cohetes atómicos, que son sus puños, pierdan su fuerza. Que los motores, que son su corazón, dejen de latir. Que las comunicaciones, que son su voz, enmudezcan. Que su ventilación, que es su aliento, cese. Que sus luces, que son su alma, se desvanezcan. En nombre del Espíritu Galáctico, así maldigo a esta nave.

