Ya, ya, los perros no hablan. Has acertado a la primera, muy bien. Así que tal vez tienes algún extraño poder mental. Eso ya está resuelto, pues. No he podido evitar oíros, porque estaba escuchando. Ese chaval va a meterse en problemas, ¿verdad? Yo huelo los problemas. —¿Erres una especie de hombrre lobo? —preguntó Otto. —Sí, eso, me pongo muy peludo cada vez que hay luna llena —dijo el perro con desprecio—. Imagina cuánto interfiere eso con mi vida social. Pero a ver…

