Con un dólar al día viviríamos como reyes, Arnold. —¿Cómo? ¿Quieres decir que alguien nos cortaría la cabeza? —No, digo… —¿Que alguien treparía por el retrete con un atizador al rojo vivo y…? —¡No! Quería decir… —¿Que alguien nos ahogaría en un tonel de vino? —No, eso es morir como reyes, Arnold.

