Por lo tanto, las luchas internas y la inestabilidad son rasgos inherentes de las instituciones extractivas y no solamente crean más ineficiencias, sino que también suelen revertir la centralización política, en ocasiones incluso conduciendo al fracaso total de la ley y el orden y al caos, como experimentaron las ciudades-Estado mayas tras su éxito relativo durante la era clásica.

