Son muchas las exigencias que impone a nuestra atención pasear por la calle de una ciudad, dice Kaplan, porque nos obliga a movernos en medio de la muchedumbre, esquivar coches e ignorar los bocinazos y el sonido del ruido de fondo. Un paseo por un parque o por un bosque resulta, por el contrario, mucho menos exigente. Podemos recuperarnos pasando un tiempo en la naturaleza, para lo cual basta con un paseo de pocos minutos por un parque o un lugar rico en maravillas, como el revoloteo de una mariposa o el silencioso resplandor carmesí de las nubes durante una puesta de sol. Esto provoca una
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