Al hombre verdadero se le conoce porque domina sus apetitos. Se caracteriza por su devoción hacia su familia y los intereses familiares y no se irrita fácilmente, honra el dinero porque representa el trabajo y confiere honores a su poseedor, rechaza todas las cosas que puedan perjudicar a su país, a sus dioses, a su familia. Tiene paciencia infinita y mucha calma, siempre concluye los asuntos de modo satisfactorio y es bueno consigo mismo y con los suyos. Es buen esposo, cuidadoso en todas sus cosas, con aguante para los sufrimientos e indiferente al dolor. Nunca se desilusiona porque jamás se
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