Otra madre, recién divorciada, quería asegurarse de que no perdía el contacto emocional con sus hijas mientras pasaban por ese difícil trance. Para ello, inició un ritual de preguntas cada noche en la cena: «Habladme de cómo os ha ido el día. Contadme un momento bueno, un momento malo y un acto bondadoso que hayáis hecho por alguien».

