Aunque Liam no lo sabía, cuando salió de su casa y se echó a correr, estaba ejerciendo la integración. Su cerebro inferior se había adueñado de su cerebro superior, y por eso se sintió desbordado e impotente. Se había dejado arrastrar hacia la orilla del caos en el río. Los intentos de su madre para ayudarlo a recurrir a su cerebro superior fueron inútiles, pero cuando Liam hizo intervenir a su cuerpo, algo cambió en su cerebro. Tras unos minutos de ejercicio físico, pudo apaciguar a su amígdala y devolver el mando a su cerebro superior.

