los padres pueden moldear directamente el crecimiento continuo del cerebro de su hijo según las experiencias que le ofrezcan. Por ejemplo, pasar horas delante de una pantalla –jugando a videojuegos, viendo la televisión, mandando mensajes de texto– configurará el cerebro de cierta manera. Las actividades educativas, los deportes y la música lo configurarán de otra manera. Compartir un tiempo con la familia y los amigos y aprender a relacionarse, sobre todo en las interacciones cara a cara, lo configurarán de manera aún más distinta. Todo lo que nos sucede incide en el desarrollo del cerebro.

