Lo que se pretende es permitir que los niños se debatan antes de tomar la decisión y asuman las consecuencias. Siempre que podamos hacerlo de una manera responsable, debemos evitar resolver sus problemas y resistir la tentación de acudir en su ayuda, incluso cuando cometan pequeños errores o sus elecciones no sean del todo acertadas. Al fin y al cabo, nuestro objetivo en este caso no es alcanzar la perfección en cada decisión ahora mismo, sino lograr en el futuro un desarrollo óptimo del cerebro.

