Esse trabaja en una librería, ha escrito un libro titulado "De pelos y señales", frecuenta prostitutas baratas y caza peleas con la policía en su deambular nocturno por Chapinero. Semáforos rotos narra el recorrido rutinario de Esse, que quiere olvidarse de sí mismo mientras recorre los alrededores de Lourdes, pero solo se descubre asediado por el recuerdo de Amanda, que no alcanza para atenuar su voz sórdida, procaz y por momentos hilarante. En ella encuentra una interlocutora afín, por momentos igual de cruda y conflictuada. Esse, como Amanda, no quiere embellecer la miseria que lo rodea, amantes del Rivotril, perciben en la intensidad de la miseria bogotana una capacidad para lo bello que los deslumbra y los agobia al tiempo,
Contra lo que pueda pensarse, no es fácil crear una Bogotá marginal. No se trata, simplemente, de enumerar calles, nombrar atracadores y hombres y mujeres que deambulan con cobijas sobre el hombro. La literatura va más allá: el lector debe sentir las imágenes en algún callejón del cerebro al tiempo que olores, sonidos, temores, se instalan en el alma. Y eso es justamente lo que logró Santiago Infante en Semáforos rojos.
Himpar editores ha hecho una gran selección de escritores nacionales maravilloso. Entre esos Santiago Infante, quien deja en esta narración una impresión de lo que es Bogotá, ese amor odio sórdido, lleno de realidades que parecen ser alucinaciones.
La mejor narración es sin duda la pelea con la rata y el encuentro con Gunter.