Este libro habla de la soledad, de las campanas que aún tañen en iglesias decrépitas, de las navajas con mango de madera de boj, de los candiles que iluminan por la noche, de palabras y mundos que desaparecen. Virginia Mendoza retrata a los que se quedaron en el pueblo cuando todos sus vecinos emigraron a las ciudades, pero también a los que abandonaron la ciudad y se fueron a vivir al campo. Permanecer o partir se convierten en actos de rebeldía e independencia. Los hombres y mujeres de estas páginas podrían ser los protagonistas de las novelas de Miguel Delibes y Julio Llamazares. Con ellos desaparecerá por completo una forma de vida basada en el arraigo a la tierra, la supervivencia y el contacto con la naturaleza más pura.
«Cuando volví a mi pueblo, se había instalado una fría novedad: un tanatorio. ¿Qué iba a ser de aquellos descendientes de mi abuelo que contaban chistes junto a la puerta de los difuntos de cuerpo presente? Años después, mi abuela Francisca —la que guarda tres mortajas, por si acaso, para no molestar—, me pidió que le pinte los labios cuando muera. Empecé a creer que la gente de su generación estaba obsesionada con la muerte. Me equivocaba. Nada amaban tanto como la vida y ni la soledad ni las ausencias ni los miedos minarían su instinto de permanencia.
No sé si podré pintar los labios a mi abuela, pero he conocido a quienes le cerrarán los ojos a la tierra».
Virginia Mendoza es periodista y antropóloga. Ha escrito crónicas y reportajes para revistas como Gatopardo, Papel (El Mundo), Viajes de National Geographic, Jot Down, El Español, Verne (El País) Altaïr, Salvaje y Yorokobu, entre otros. Es columnista en Plaza. Es autora de 'Detendrán mi río' (Libros del K.O., 2021), 'Jane Goodall. Una revolucionaria en la investigación del mundo animal' (RBA, 2019)'Heridas del viento' (La línea del horizonte, 2018) y 'Quién te cerrará los ojos' (Libros del K.O., 2017). Además del de Jane Goodall, ha escrito el libro sobre Alexandra David-Néel de la colección Grandes Mujeres de RBA. Ha participado en los libros 'Cien años del genocidio armenio: Un siglo de silencio' (E-ditarx, 2016) y '(h)amor' (Continta me tienes, 2015).
<< soy de pueblo. pero he vivido en ciudades durante tanto tiempo que ahora cargo con el estigma de los que idealizar la vida en el campo sin conocer sus durezas. [...] probablemente sería débil en un lugar que considero un paraíso porque no lo hábito. >> . si mi abuelo aún viviese estoy segura que se habría entrevistado con #virginiamendoza en el casino de la calle real, a la hora de tomar unos chatos de vino. a esta charla entre amigos, porque así sería, también se sumaría Paco Bru, Nicolás y Saturnino y cualquier otro parroquiano que, curioso, fuese a animar el cotarro. contaría mi abuelo que gracias a que mi tío agustin y él se hicieron los muertos sobrevivieron a la guerra civil y puede estar ahora relatando esta historia. también Le contaría el hambre que pasaron después de la guerra y de como comían mondas de patata y poco más, de como iban a segar de sol a sombra y bebían agua de cualquier acequia y de como Le soltó a mi abuela de sí quedaban en peros o en peras. cosas de antaño. Le contaría también como consiguió irse de mozo con los guijón primero a malagon y luego ya en torralba. como puso la tienda y se hizo concejal de festejos y ni más ni menos que tuvo al mismísimo Antonio Molina en su casa. . pero como ocurre en #quientecerraralosojos cuando mi abuelo faltó se cerraron puertas y ventanas para siempre como sigue ocurriendo en los pueblos de una España que ya pocos recuerdan. como Andrés, el personaje de #lalluviaamarilla se quedarán solos con algunas piedras y los únicos perros que no se quisieron marchar. . no hace tanto que escuché o leí por ahí que uno es de la tierra donde tiene enterrados a sus muertos. y de ahí el arraigo. la tierra tiene algo que atrae. hay algo de embrujo en ese quererse quedar , en esa rebeldía del que dice 'marcharse pa' que'. desde Deleitosa, un pequeño pueblo de Cáceres, pasando por aldeas de Huesca, el mismo Terrinches en Ciudad Real, de donde es la autora, pasando por aquella gente que nunca tuvo pueblo y de repente se encontraron con tres #virginiamendoza trae la crónica de aquellos que siguen habitando una España que se confunde con las rocas del camino pero que, si te fijas bien, cuentan la historia real de aquellos personajes que Delibes, Llamazares o Cela plasmaron en novelas sorteando la abolición por parte del régimen franquista.
Que bien escribe Virginia Mendoza. Que ternura, que capacidad de transmitir sentimientos, que manera de meterte en lugar que no conoces pero que vas diciendo, es como mi pueblo. Gran repaso a lo bueno, a lo malo y a lo regular de vivir en pueblos y a sus historias. Ojalá más gente interesada y con este amor hacia el mundo rural como tiene Virginia
Curioso. Interesante. A ratos da que pensar. A ratos parece un proyecto personal, una especie de diario de un viaje en busca de respuestas. Otras veces sólo describe. Un tanto errático. Tal vez fuera eso lo que se buscaba...