Jaibas gigantes, penales que no fueron, invasiones inadvertidas, viajes en el tiempo, futuros verdes y apacibles tanto como violentos y oscuros. Catorce relatos y un poema sobre lo que pudo, podría o pudiera ser.
El relato que da nombre a "La era de los braquiuros" cuenta con una heroína mitad cazadora, mitad bióloga marina, tipo Ellen Ripley. Me recordó a novelas como "Children Of Time", de Adrian Tchaikovsky, solo que, en lugar de ser arañas, quienes desarrollan una inteligencia sobrehumana son unos cangrejos gigantes que nos declaran la guerra.
En "La noche que el hambre llegó al fondo del mar" la especie humana enfrenta a un kaiju que emerge, todo encabronado y hambriento, de las profundidades del contaminado océano. El primo de Godzilla pisotea ciudades luego de que se traga un islote de basura creyendo que era un delicioso cardumen. ¿Cómo no va a estar encabronado?
Dos afortunadas constantes del libro son el tributo a los tropos y arquetipos clásicos de la ciencia ficción, y la venganza del reino animal en contra del homo sapiens, a quien le hacen pagar su egoísmo, indolencia y estupidez. El único relato que no me gustó es el que no cuenta con ninguna de estas características: "El día que México ganó la Copa del Mundo". Desgraciadamente, el realismo especulativo no es mi género favorito.
"La era de los braquiuros" es una muestra de la mejor ciencia ficción mexicana: aquella que mantiene una identidad original y enriquecedora, sin recurrir a la tropicalización más burda.
Algunos de estos cuentos son muy divertidos, pero hay un problema importante (para mí), y es que todos están conducidos por la trama (plot), no por los personajes (no hay desarrollo de personajes, todos se comportan igual). Aquellos donde el mundo se describe con más detalles, son más interesantes que aquéllos donde sólo se esbozan fragmentos. ¿Mi favorito? "Utopía verde". ¿El peor? "El día que México ganó la copa del mundo".
Al final del libro, hay una sección de notas donde el autor nos cuenta cómo se le ocurrieron estos cuentos y cuál era la idea que deseaba explorar con ellos; ¿es muy malo que diga que las notas son lo que más me gustó del libro? Las ideas de las que nacieron los cuentos son para volarle la cabeza a cualquiera (mindblowing), pero el tratamiento que Abraham le dio a cada relato (salvo unos pocos) no termina de convencerme.
Probablemente a quienes disfrutan de las aventuras sin mucho desarrollo de personajes de Heavy Metal y otros cómics similares, disfrutarán más este libro que, hay que decirlo, no es malo, pero no es para mí.
Si de "Escritos de noche" podemos sacar a un autor que necesita que le salgan los relatos de una forma bena, de este libro ya es un poco más suelto en ese aspecto, y se atreve a incluirnos un poema (una égloga) para darnos entender que la ciencia ficción viene de muchas formas. catorce relatos que se disfrutan, pasan por todas las conmociones y sorpresas, así como las esperanzas. Además de incluir ilustraciones de Alejandro Sarabia que complementan más la parte visual de las historias, cosa que está en la tradición de Ediciones Bruguera de los setentas, lectores nostálgicos por ese formato lo disfrutarán, así como lectores jóvenes que buscan esa nueva comunicación de lo literario.
Aunque de momento sólo está en edición digital, este es un libro que valdría la pena sacarse en papel y ponerse en un estante de biblioteca para compartirse con todos. Si quieren hablar de algo que defina la ciencia ficción norestense, este lo pondría sin dudarlo, me encantó en verdad.