Érase una vez un muchacho que leyó los evangelios, se los creyó y soñó con ser un revolucionario guevarista de barbas barrocas y silvestres. Ésta es su historia, la historia de Juan Manuel Sánchez Gordillo, el hijo de una familia media que decidió dejar su oficio de maestro rural para hacer una revolución simbólica, mesiánica humanista y nominativa en el campo andaluz. Es también la historia de un bufón, de un quijote atrapado entre su madurez infantil, las estrechas calles de una Marinaleda minúscula, mítica, esdrújula e irrepetible, y las cristaleras del Palacio de Versalles que es el Parlamento Andaluz. Es la crónica de un desajuste vital. Los restos de un hermoso sueño ácrata y anarquista.
Creo que es el único libro dedicado enteramente a tratar la figura de Gordillo, ya que existen obras sobre el sindicalismo andaluz pero en plan más general. Por ello llamó mi atención. Aunque el estilo del autor no me gusta demasiado, contiene muchos datos interesantes de la vida de este luchador de los derechos de la clase trabajadora. Al final de la obra vienen algunos poemas escritos por el propio Gordillo.