Leche es el segundo y brillante libro de relatos de Marina Perezagua, que nos traslada desde el neolítico hasta una playa andaluza actual; desde la Hiroshima golpeada por la bomba atómica hasta la China invadida por Japón, en unas historias que analizan el erotismo y la crueldad, el amor y el odio.
Traducido al japonés, este libro supuso la consagración de su autora, que se sumerge ahora en unas historias inquietantes, tenebrosas, bellas.
Marina Perezagua (Sevilla, 1978) es escritora y profesora. Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, vive fuera de España desde hace muchos años, los últimos quince en Nueva York. Ha dado clases de español y cultura española en Lyon y en diversas universidades privadas y públicas de Nueva York. Ha publicado dos libros de relatos, Criaturas abisales y Leche, éste último traducido al japonés y las novelas Yoro y Don Quijote de Manhattan.
Marina Perezagua is a writer and an open water swimmer. She was born in Seville, Spain. She graduated in Art History from the University of Seville. She obtained her PhD in philology in the United States and later on she became a professor of language, literature, history and Latin American cinema at the State University of New York at Stony Brook. Afterwards, she worked for two years at the Instituto Cervantes de Lyon. Today she lives in New York and works as a professor at New York University.
Menuda sorpresa me he llevado con esta mujer, y sin ser yo mucho de cuentos. Una antología con buen nivel y sin mucho altibajo, con historias curiosas e imágenes bastante bestias que la autora describe sin cortarse, y un estilo cuidadísimo (a veces, eso sí, demasiado, de esto que está tan trabajado que oscurece lo que quiere decir). Una edición preciosa, además; merece la pena comprarlo. El de "Criaturas abisales" va a caer de fijo.
Los dos primeros libros de Marina Perezagua (Sevilla, 1978), publicados por la editorial Los Libros del Lince, se titulan Criaturas abisales (2011) y Leche (2013) y son dos colecciones de cuentos primorosamente escritos, desasosegantes en cuanto a temática y sensaciones plasmadas y que, en buena parte, encajan con la palabra Τερατεια, tal y como se define en el Poetical Lexicon of the Greek Lenguage (1830) de Edward Maltby(1) y que podemos sintetizar, como hace José Ángel Valente en su diario, el 4 de abril de 1976, con la expresión “la narración de lo extraordinario”. En efecto, los personajes de Marina se sitúan fuera de la regla común, desplazándose con soltura y determinación por el inmenso campo existente entre lo fantástico y lo alegórico.
Jorge Luis Borges, en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, afirma que “un libro que no encierra su contralibro es considerado incompleto”, frase de calado que nos hace considerar a Criaturas abisales y Leche como si conformasen las dos caras de una misma moneda, caras opuestas, por tanto. Cada uno de los libros, en determinada manera, se opone al otro. En Leche se vislumbra un mayor dominio de la escritura, una mayor presencia de la autora, así como tramas más elaboradas. En Criaturas abisales asistimos a la originalidad y a la fuerza mostrada por quien lucha para subir a la superficie desde el abismo. Pero, sobre todo, ambos volúmenes se complementan, se retroalimentan, aunque, cómo no, se puedan leer con goce independientemente uno de otro.
Continuando con la anterior idea borgiana, y siempre tras la atenta lectura de las dos obras, si analizamos los títulos, por ejemplo, en el primer conjunto de cuentos, Criaturas abisales, Marina trae hasta los ojos de los lectores a personajes fascinantes de las profundidades más remotas de su propio universo, en cambio en la segunda entrega, Leche, con esa simple palabra, nos devuelve a lo sencillo, a lo básico, a lo primordial, no en vano la leche es el alimento inicial que reciben las crías, las criaturas, y constituye el primer fluido vital para los mamíferos. Vemos sin dificultad la oposición que se genera, un título como reverso del otro. Pero también salta a la vista las características que comparten ambos libros en su encabezado y que luego se plasma dentro, en las páginas, en los cuentos, porque la leche, a pesar de estar tan presente en nuestras vidas, a pesar de enviar nuestro pensamiento a las antípodas de adonde lo envía lo abisal, al mismo tiempo, no deja de ser algo misterioso y atrayente, e igualmente viene de dentro, de lo profundo de una hembra.
Tampoco hay que obviar que la palabra leche, como vulgarismo, es utilizada como sinónimo de semen, fluido seminal masculino. Decían los estoicos que el Logos spermatikós, una de las manifestaciones más propias del Pneuma, contiene las semilas –spérmata– del mundo. Este hecho permite la comunicación entre todas las cosas del mundo y la existencia de armonía en el universo.
En consecuencia, lo femenino y lo masculino se encuentran interconectados por medio de una palabra dadora de vida, y así acontece con todo el arco que hay entre estos dos referentes, idea que subyace en los cuentos de Marina Perezagua, y no sólo en Leche, sino en ambos libros.
La prosa de la que hace gala la escritora en sus cuentos es cautivadora y certera, dos adjetivos que podrían colisionar si no estuviesen administrados por unas manos habituadas al trabajo de la palabra. La prosa de Marina Perezagua salió a la luz pública en mayo de 2011, cuando Enrique Murillo, director de Los Libros del Lince, con atinada visión, decidió apostar por Criaturas abisales, pero es obvio que la prosa de esta sevillana afincada en New York viene desde mucho más lejos en el tiempo, casi desde siempre.
Además de todo lo dicho, los cuentos de Marina Perezagua hacen pensar en ella como si fuese una zahorí, esto es, una persona con la facultad de descubrir lo que está oculto, especialmente manantiales subterráneos. Del primer manantial extrae criaturas y del segundo, leche. En ambos libros sale a la luz lo que estaba oculto en el interior, sacando a la vida –palabra fulgurante– nuevas vidas. Preferimos dejar con la intriga sobre esas creaciones, no desvelar el contenido de los cuentos de los dos libros de Marina para que los lectores puedan disfrutar del impacto sin protecciones. Nos quedamos con las ganas de apuntar los curiosos nombres o las extraordinarias características de sus criaturas, de señalar los sorprendentes, extraños y, a veces, aberrantes hechos narrados, de ahondar en alguno de los pasajes históricos escogidos del pasado para emplazar una determinada historia, un pasado que nos nutre, o nos envenena, un pasado imborrable en cualquier caso. La temática es rica, variada, y se tratan de manera original cuestiones fundamentales. Estamos ante una escritora que no podía quedar en silencio. Su voz literaria sustenta todas sus páginas. Una voz de la que Ray Loriga, en el prólogo a Leche, habla así: “Hay en la voz de esta autora, en su fraseo puño por puño, una sorprendente calma, una certeza, una bellísima esperanza. Algo late, algo vive, algo es, entre los escombros de nosotros mismos. Frente a la dureza de sus arrugadas texturas, la escritura de estas tenebrosas narraciones ofrece la firmeza de una voz inquebrantable, el ritmo austero y preciso de quien sabe por dónde anda, aunque camine por la oscuridad”.
Bienvenida a nuestras vidas, Marina, tu literatura está viva, lo conseguiste; tus criaturas abisales se gestaron y nacieron y tu leche, después, las ha nutrido. Como sabes, ahora hay infinidad de direcciones. La libertad está determinada por la elección. Escribir es elegir cómo afrontar la vida. “Se puso a llorar y después sonrió a través de sus lágrimas”, son palabras de Gérard de Nerval. Tus cuentos, como el llanto, como la risa, poseen ese doble cariz; no se puede crear algo terapéutico sin antes haber conocido lo dañino. El fuego es imposible sin el aire. El agua acaba en la tierra.
Leche es una colección de cuentos de Marina Perezagua. Lo que pasa con los libros de cuentos es que no se puede dar una reseña, pero en este particular caso tengo que decir que este pequeño libro dejó una gran impresión en mí.
Leche es una colección de cuentos de Marina Perezagua. Lo que pasa con los libros de cuentos es que no se puede dar una reseña, pero en este particular caso tengo que decir que este pequeño libro dejó una gran impresión en mí. Al comenzar a leerlo no tenía muchas expectativas, pero vaya que me sorprendió de una manera positiva.
La forma en que cada cuento está escrito me parece muy inteligente, con historias bien formadas y excelentemente narradas con elementos que se encuentran y se unen de una manera brillante. Las metáforas son precisas y certeras y su prosa me parece impecable y maravillosa.
Algunos de los temas concurrentes de los cuentos son la sexualidad, la extinción humana, la soledad, el engaño a uno mismo, e incluso la muerte. Pero también pude distinguir el cerrar ciclos, y el de volver al origen, ya que estuvieron presentes en las historias.
*Posibles SPOILERS*: El primer cuento "Little Boy" me parece muy inteligente. Una historia bien formada y bien narrada, con elementos que se encuentran y se unen brillantemente. Los elementos como las ballenas y sus voces, o como la bomba con el nombre del grupo y lo que eso implicaba se me hizo genial (en el estricto sentido de la palabra, es decir, de genios). Este cuento narra la vida de una mujer víctima y sobreviviente de Hiroshima, y cómo se quedó con una amputación -en más de una forma- debido a la bomba. Es un relato doloroso en todos los sentidos.
"Alga" es una historia igualmente con metáforas marinas. No estoy segura de entender los finales, pero me están gustando las historias.
"Él" fue un cuento maravilloso.
El cuento que le da título al libro es quizá el más difícil de asimilar por los temas que trata. Resulta cruel, y quizá un poco traumante, pero revela también la naturaleza mórbida del ser humano y de las épocas de guerra.
No conseguí sintonizar con la prosa de Perezagua. Le reconozco el oficio y la creatividad (lo mejor de estos cuentos es, de lejos, la elección de temas) pero en ningún momento logré intimar con su propuesta: he permanecido inmune, infracto.
Quizás tres cuentos se queden conmigo, rondándome: "Little Boy", "Transplante" y "Blanquita".
Este libro me lo habían referenciado dos personas, una afirmaba que se trataba de la mejor cuentista contemporánea, la otra se encogía de hombros y hacía gesto de no-es-mayor-cosa. Lastimosamente, debo coincidir con la segunda.
Me encanta la forma que tiene la autora de explicar escenas muy crudas con un vocabulario espléndido y una capacidad de descripción asombrosa. Siguiendo la línea de Criaturas Abisales, consigue enganchar al lector desde la primera página. Me recuerda a el gran maestro de los cuentos de terror Edgar Allan Poe.
Con Leche fue que descubrí a Marina Perezagua, artista que ahora forma parte de mi lista de autores favoritos. Cada uno de los cuentos que encontramos en Leche, es atrapante, adictivo y al final, explosivo. Una de las lecturas que más he disfrutado y que me hacen reafirmar mi amor por la lectura y es que, es tan increíble la forma tan preciosa de escribir de Marina. Mil emociones aquí y muchísima intriga.
Si bien creo que los relatos tocan temas con una armonía que contrarresta a la crudeza de la historia, la autora tiene un estilo (que ya he visto antes) que no logra terminar de trabajar a mi gusto, lo que deja la sensación que se ha privilegiado mantener el estilo antes que darle una continuidad a la historia, lo que le quita consistencia. Rescato el primer cuento, que casi sentí como una novelita que me hubiese gustado seguir leyendo. El cuento Leche es fenomenal, logrado en su totalidad, donde el hambre, la desesperación, la guerra y lo macabro que existe en la sexualidad de las personas se encuentra, en una coincidencia que me dejó atónita.
No descubro nada si digo que Marina Perezagua se ha convertido en una de mis escritoras favoritas: su estilo es tan personal, tan sorprendente en cada línea que no puedes hacer otra cosa que disfrutar página a página.
En "Leche" nos presenta varios relatos (incluido el que le sirvió de inspiración para escribir su primera novela, "Yoro") que hablan de maternidad, de la relación entre madres e hijos, de sexo, de dolor, de la crueldad humana... todo barnizado a través de un halo onírico y poético que engancha desde la primera palabra.
Personalmente me parece que aunque la autora tiene una buena técnica, le ha faltado imaginación y me parecen cuentos que si, que tienen un final inesperado, pero por insulso.