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374 pages, Paperback
First published April 2, 2013
“Simon...”
He nuzzled her ear. “Daphne...”
His mouth moved along the line of her throat, and she felt herself melting. Twenty-one years of marriage and still...
“At least draw the curtains,” she murmured.
“This is Pall Mall. There is no fair play.”
Benedict nodded slowly. “Do you think I should go out there?”
“Don’t you dare!”
“So I’m not supposed to protect her honor?”
“It’s her first kiss!”
He quirked a brow. “And here we are, spying on it.”
“It’s my right,” Sophie said indignantly. “I arranged the whole thing.”
“Eloise,” Penelope said, somewhat breathless from trying to shake off Hyacinth.
“Penelope.” But Eloise’s voice sounded curious.
“Eloise,” Hyacinth said, for no reason.
“Hyacinth.”
Penelope turned to her husband. “Colin.”
He looked amused. “Penelope. Hyacinth.”
Hyacinth grinned. “Colin.” And then: “Sir Phillip.”
“Ladies.” Sir Phillip, it seemed, favored brevity.
“Stop!” Eloise burst out. “What is going on?”
“A recitation of our Christian names, apparently,” Hyacinth said.
“My mother insisted upon a premarital chat, but this was conducted the night before the wedding, by which time the information was no longer exactly timely...”
[Edmund] was so happy. He made her happy.
He was her other half [...] They would be young together, and then they would grow old together.
"And he laughed," Eloise said. "He loved to laugh. He had the very best laugh, our papa..."
«—Tienes demasiados nombres.
—Pero no demasiados hijos. —Dejó de caminar y la acercó hacia él hasta que estuvieron frente a frente. Apoyó una mano suavemente sobre su vientre—. ¿Crees que podremos volver a hacerlo?
Ella asintió.
—Siempre y cuando te tenga a mi lado.
—No —dijo él con dulzura—. Siempre y cuando yo te tenga a ti.»
«—Esto es un partido de palamallo. No existe el juego limpio.»
«—Debemos encontrarle un marido a Posy.
Él se detuvo a pensar.
—Quizás ella no quiera un marido.
—¡Claro que sí!
—Se dice —opinó Benedict— que todas las mujeres quieren tener marido, pero según mi experiencia eso no es siempre cierto.»
«Estaba muy nerviosa por volver a ver a Eloise. Se trataba de Eloise, ¡por el amor de Dios! Llevaban más de una década siendo amigas íntimas. Más que eso, como hermanas. Aunque, quizá… no tanto como ninguna de las dos había pensado. Ambas habían guardado secretos. Penelope tenía ganas de retorcerle el cuello a Eloise por no haberle contado lo de su pretendiente, aunque en realidad no tenía ningún derecho. Cuando Eloise descubriera quién era lady Whistledown…»
«Como he dicho, no fue amor a primera vista, porque no creo en esas cosas. En realidad, no fue nada a primera vista, pero hubo algo… una especie de comprensión compartida… cierto sentido del humor. No estoy segura de cómo describirlo.»
«Era feliz. Mucho. Y si nunca tenía un bebé, al menos tendría a ese hombre, ese hombre estupendo, maravilloso y excepcional que la entendía de una manera que la dejaba sin palabras.»
«—Podrías haberme comprado un collar —respondió—. Y podrías haberlo escondido. —Ella volvió la cabeza para poder besar la curva del cuello de él—. Podrías haberlo escondido solo para que yo pudiera encontrarlo. Pero no lo has hecho.»
«—Nueve —dijo con dulzura, y abrió los ojos para mirar a las dos recién nacidas que aún no tenían nombre. Ni cabello—. ¿Quién se habría imaginado que tendríamos nueve hijos?
—Seguro que mi madre dirá que cualquier persona sensata se habría detenido en los ocho.»
«—Te amo —dijo, sus labios tocaron los de ella mientras deslizaba las manos debajo de su falda.
—Yo te amo más —jadeó ella, porque las cosas que él le estaba haciendo… deberían estar prohibidas.
—Pero yo… —murmuró él, besándola mientras descendía por su pierna y luego… ¡cielo santo! volvía a subir— te amaré.»
«—La vida no siempre ha sido fácil sin tu padre —prosiguió Violet— pero siempre ha valido la pena. Siempre.»