If all things in the world can be considered sources of aesthetic experience, then art no longer holds a privileged position. Rather, art comes between the subject and the world, and any aesthetic discourse used to legitimize art must also necessarily serve to undermine it. Following his recent books Art Power and The Communist Postscript, in Going Public Boris Groys looks to escape entrenched aesthetic and sociological understandings of art—which always assume the position of the spectator, of the consumer. Let us instead consider art from the position of the producer, who does not ask what it looks like or where it comes from, but why it exists in the first place.
Boris Efimovich Groys (born 19 March 1947) is an art critic, media theorist, and philosopher. He is currently a Global Distinguished Professor of Russian and Slavic Studies at New York University and Senior Research Fellow at the Karlsruhe University of Arts and Design in Karlsruhe, Germany. He has been a professor of Aesthetics, Art History, and Media Theory at the Karlsruhe University of Arts and Design/Center for Art and Media in Karlsruhe and an internationally acclaimed Professor at a number of universities in the United States and Europe, including the University of Pennsylvania, the University of Southern California and the Courtauld Institute of Art London.
Es un recorrido bastante acertado sobre las distintas perspectivas del arte y de la comunicación actual. Es necesario, a mi parecer, tener un conocimiento previo bastante preciso sobre teorías y ensayos de autores como Walter Benjamin, Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche, como así también obras de artistas como Kazimir Malevich (hay un capítulo específico donde compara el devenir del arte haciendo hincapié en un antes y un después del suprematismo) y vanguardias en general. Me pareció una perspectiva interesante que ayuda a disparar distintas "puntas" para debatir entre estudiantes o entendidos en el tema.
Lo mejor de esta compilación es la introducción y el primer texto, en los que Groys plantea ciertas condiciones de interpretación para el arte contemporáneo. En primer lugar, observa que actualmente hay más productores que consumidores. Más adelante, que la pretensión de ser artista sin otra obra que sí mismo se ha convertido en una obligación. Partiendo de esas circunstancias históricas, Groys exige que el discurso sobre el arte deje de estar centrado en una estética (a la que caracteriza como un discurso de espectador, Kant mediante), y pase al registro de una poética (una perspectiva del "productor"). Las observaciones preliminares a ese razonamiento son muy agudas, pero no salvan de desbarrancarse a la conclusión. El romanticismo ya había generado una alternativa al discurso estético centrado en el espectador que a Groys le conviene ignorar. Por otra parte, si, como él mismo afirma, la condición dominante en la actualidad es que nadie tiene tiempo de apreciar nada detenidamente, se podría concluir en cambio que el discurso estético es más pertinente que nunca. Volverse público plantea las discusiones alrededor del arte contemporáneo de forma prometedora, pero su crítica sobreestimulada a veces se convierte en una celebración.
Tiene ideas muy buenas, especialmente cuando se mete con vanguardia rusa (fan de Malevich). Sobre temas como la obra de arte vs. instalación, arte vs. diseño o el artista vs. curador se cuelga en el aspecto más técnico del asunto y no dice nada. También me pone nervioso cómo muchos de sus razonamientos arrancan desde lecturas muy ambiguas y generales sin dar ejemplos (la falta de bibliografía en estas ediciones de Caja Negra no ayuda), o la manera cuadrada de definir qué es arte y no. Pero bueno, la mayoría de las veces la rompe igual y varias teorías se pueden asociar al vaporwave.
Sobresaliente colección de ensayos que analizan no tanto el quehacer del artista en la era de Internet y las redes sociales, sino la diferencia entre un artista y todo el resto en un momento donde la producción de contenidos y la distancia entre una obra de arte y una no obra de arte dejó de depender de elementos intrínsecos o fácilmente reconocibles. La frase de Beuys aparece en varios ensayos, y la tontería de que "todo el mundo es un artista", para Groys hoy es más distopía que utopía.
Llegué a este ensayo por la curiosidad que me daba el concepto de producción de sinceridad. Creo que sus reflexiones son válidas y sirven para echar una segunda mirada al estado del arte actual. No es definitivo pero me gustó la aproximación.