Una tarde cualquiera

Era un día más. Una tarde cualquiera. Habíamos discutido toda la mañana, un infierno de insultos y reclamos que no condujeron a ninguna parte. Voy a su cuarto y se encuentra durmiendo, aparto a un lado la colcha y veo que lleva solo su camisón para dormir, bajo aquella fina tela cerúlea está desnuda. Sus nalgas son muy grandes y firmes, de apetecible color canela, ella me ha dicho en alguna ocasión que puedo despertarla con caricias. Titubeo, pero me atrevo. Le desabrocho el camisón y beso el dorso de su cuerpo, deslizó mis dedos por su cabello y desciendo con mis labios hasta la parte baja de su espalda. Llego a sus nalgas, las manos coquetean con ellas mientras mi lengua tintinea con timidez en su femineidad. Húmeda. Su cuerpo se retuerce levemente mientras se acomoda hacia el centro de la cama, dándose la vuelta, y yo me acuesto sobre ella. La abrazo por el cuello, jugueteo con sus pechos sensuales, turgentes e hipnóticos. Poco a poco, la calma se vuelve tormenta mientras nuestros cuerpos se unen. Se mueve, me muevo, y la habitación gira en un orgasmo continuado de locura de la que ninguno es dueño. Llega al clímax, que yo alcancé segundos antes. El grito ensordece mi coqueteo con al silencio del placer. Sus ojos me observan, me quedo prendado en su brillo. Extasiado, consigo darle un beso. Sus labios saben a miel. Ella me lo devuelve con pasión, y me acuesto a su lado. Una tarde cualquiera.
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Published on January 18, 2016 04:37 Tags: abrazo, beso, caricias, coqueteo, cuello, extasiado, manos, miel, tarde
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