Amanecerá. La llovizna hace que la noche se arrastre remolona, el frío la adhiere a las calles y, elástica, se obstina en los objetos.
Un niño despierta. La vigilia es desconcierto. Mira la noche que no se va a través del cristal empañado, con los ojos bien abiertos busca dónde asir la mirada… todo es fuga.
Con el rostro pegado a la ventana descubre que lo único permanente es el vaho de su aliento cálido, el paño que cubre el cristal. Exhala.
En el lienzo traslúcido coloca la punta del dedo y traza con firmeza una s, enseguida escribe con letra minúscula una o, luego una l. Mira satisfecho la obra, algo que no aparece y, sin embargo, ahí está: sol.
Tiende de nuevo su aliento sobre el cristal. Cruza con una línea transversal la última letra de su palabra, convierte la l en una y, musita lo que reescribió: soy, dice. Sonríe y entonces sí, ya amanece.
Published on August 19, 2015 13:44