De compras en el agromercado de Ayutuxtepeque

Debo ser muy básico yo. No encuentro explicación racional a lo que ahorita va a pasar. Son poco más de las 9 y media de la mañana de un viernes de marzo, desde hace unos diez minutos estoy haciendo cola para acceder a uno de los agromercados que operan en El Salvador, para comprar frutas y verduras a un precio más cómodo, y veo que sale una mujer de unos 35 o 40 años, con tres bolsotas en sus manos.

Por lo que en una media hora yo me llevaré de acá, calculo que ella habrá gastado unos 10 o 12 dólares. Y como para mí es perogrullada que quienes hemos venido a este agromercado lo hacemos porque estamos hartos de pagar tan caras la fruta y verdura, y que apreciamos sobremanera cualquier centavo ahorrado, me descoloca cuando a la mujer de las tres bolsotas se le acerca un señor desaliñado y le dice:

¿Taxi, señora?

Voy a la Scandia, arribita de la Despensa. ¿Cuánto me cobra?

Tres pesos, señora.

Vamos.

El mentado taxi no es más que un pequeño carro desvencijado que está haciendo su agosto en marzo. Otra señora de la cola para acceder al agromercado pregunta al hombre si regresará después de ir a la Scandia. Le responde que sí, que las mañanas las pasa llevando a sus casas a personas — mujeres, en aplastante mayoría — que salen cargadas de comprar más barato.

Redundo: debo ser muy básico, porque, ¿qué sentido tiene venir acá a ahorrarse unos centavos, unas coras, si luego uno se gasta tres dólares en un taxi por no caminar con tres bolsas los 400 metros que separan el parque Bonanza — donde opera el agromercado de Ayuruxtepeque — de la colonia Scandia?

Y es que, pese a quien pese, los agromercados son los lugares en los que, hoy por hoy, se pueden adquirir frutas y verduras más cómodas. Además de este, he visitado o visitaré en las próximas semanas los agromercados de Quezaltepeque, Apopa y San Marcos, y sí, he hallado algún que otro producto más caro que en las calles del Centro Histórico de San Salvador (los lácteos y los huevos, por ejemplo), pero en general se nota la diferencia cuando se viene acá.

Un ejemplo que a la mayoría le sonará: esas tres cabezas de ajo chino de la marca ‘Mr Garlic’ que se venden en una redecilla morada acá las estoy pagando a $0.30. La última vez que se las compré a carretillero en el Centro Histórico me cobró 35 centavos. Y en el Súper Selectos las dan a $0.63, ¡a más del doble!!! Son las mismas tres cabezas de ajo, que seguramente vinieron en el mismo barco desde China, quizá en el mismo container, y que se venden a precios tan dispares por la mano visible del mercado, más visible en unos lugares que otros.

Acabo el tour por el agromercado y ya estoy pagando lo mío. Además de los ajitos, me llevo libras de arroz blanco a $0.25, libras de frijol a $0.70, un cartón de huevos por $4.00, cinco plátanos por un dólar, un piña hermosa a $1.50, seis cebollas moradas por otro dólar, tres pepinos por dos coras, y así. Cargadito, sí, pero las coras que me he ahorrado en la compra no se las regalo a ningún taxista, porque debo ser muy básico.

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Published on April 22, 2025 17:36
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