The riddle-master of Hed (Maestro de enigmas)
En 1976, tras consagrarse como una de las nuevas voces más prominentes de la fantasía gracias a la victoria de «Las bestias olvidadas de Eld» en los World Fantasy Awards de 1975, Patricia McKillip abordó su proyecto más ambicioso y la única trilogía que escribiría, la del Juego de Enigmas, iniciada con «Maestro de enigmas» («The riddle-Master of Hed»).
El protagonista de la primera novela es el príncipe Morgon, gobernante de la humilde región agrícola de Hed. En el mundo imaginado por McKillip, los gobernantes poseen un sentido especial que los vincula con cada accidente geográfico, planta y animal de su tierra, reforzando así un sistema feudal, en el que la legitimidad proviene del Altísimo (gobernante místico de todo el territorio) y se transfiere al heredero designado tras la muerte (o desposesión) del príncipe (o rey, o morgol… el título varía) precedente. Recientemente, sin decírselo a nadie, ha participado en un duelo de enigmas con un fantasma en una torre encantada, ganando con ello una corona, aunque su motivación no iba más a allá de enfrentarse a un desafío que había acabado con la vida de tantos otros antes de él.
La oportuna visita de Deth, el longevo arpista del Altísimo, le informa de que el rey de An había jurado entregar a su hija Readerle en matrimonio a quien le llevara la corona, de modo que, con ciertas dudas, emprende el viaje hacia An. El destino, sin embargo, se interpone en su camino y una tormenta repentina hace naufragar el barco en que navega (como pocos meses antes ocurrió con sus padres) y Morgon, privado inicialmente de la memoria y la capacidad del habla, comienza un periplo por los distintos reinos bajo el poder del Altísimo en busca de la respuesta a varios enigmas: ¿Quién es él realmente? ¿Por qué se ha convertido en el blanco de diversas fuerzas mágicas, en especial un grupo de cambiaformas, que pretenden atentar contra su vida? ¿Qué relación hay entre las tres estrellas de su rostro y las grabadas en un arpa, construida cientos de años atrás y de la que solo él es capaz de arrancar notas? ¿Qué ocurrió mil años atrás con los magos? ¿Cuál es la identidad de Ghisteslwchlohm, el poder que parece estar detrás de toda esa conjura?
Morgon, el héroe reluctante, anhela en todo momento renunciar a ese sino que lo empuja hacia el conflicto. Su sueño es volver a Hed, a sus simples preocupaciones campesinas, pero una red de enigmas y secretos ancestrales lo envuelve sin permitirle la escapatoria. Su única opción parece ser viajar hasta la corte del Altísimo, en la montaña Erlenstar del lejano norte, y obtener de él respuesta a todos sus interrogantes. Así, aunque se resiste a cada paso, va acercándose reino a reino a su destino, obteniendo por el camino la ayuda de los gobernantes (a veces en forma de nuevas habilidades), entrando en posesión de nuevos objetos mágicos que lo involucran cada vez más en una trama concebida siglos antes de su nacimiento y sufriendo un torpe ataque tras otro por parte de los misteriosos cambiaformas.
En realidad, no hay mucho más en la novela. Una vez establecido el conflicto, no es más que una serie de iteraciones que siguen el mismo guion: Morgon llega a un nuevo reino, conoce al gobernante, hablan mucho, obtiene un nuevo conocimiento, o un nuevo poder o un nuevo artefacto, decide que quiere volverse a Hed, pero… algo ocurre que lo encamina de nuevo al encuentro de su destino. Así una y otra y otra vez… y, personalmente, no encuentro los distintos escenarios lo suficientemente únicos como para sostener la narrativa, de modo que aunque es un libro bastante corto, se me ha hecho eterno. Por otro lado, el concepto de «enigma» que maneja me resulta cuando menos confuso. Al parecer, «enigma» en el contexto de la historia es cualquier pregunta sin respuesta. Resulta un término tan vago, que cualquier incógnita puede ser un enigma y como resultado algo que, de acuerdo con el título, debería constituir el eje central o al menos el elemento diferenciador de la serie pierde su sentido.
Pese a que la propia autora sostenía que Juego de Enigmas se inspiraba en la obra de Tolkien, esto se refleja más en la estructura y en cierta exaltación de la humildad (aunque, personalmente, considerar a Morgon, con sus múltiples habilidades ocultas y siendo un gobernante poseedor del dominio de la tierra, humilde no sería el adjetivo que le adjudicaría). La fantasía de McKillip es más feérica, más céltica (y, extrañamente, más afín a la visión de un autor como Miyazaki). Otros comentarios alaban la escritura y destacan el estilo como el auténtico punto fuerte de la novela, pero a mí no me ha llegado en ese sentido. No sé si es porque no conecto con McKillip (algo similar me ocurre con «Las olvidadas bestias de Eld», o si se debe a que la traducción (de Carlos Gardini) mejora el estilo (yo la he leído en su idioma original y no me ha resultado especialmente encomiable).
En 1977 se publicó su secuela, «Heredera del mar y del fuego», en la que el protagonismo se traslada a la princesa Readerle, que parte de An a la búsqueda de lo que le ha podido ocurrir a su virtual prometido. Por último, en 1979, «Arpista en el viento» reunió a ambos, Readerle y Morgon, en la conclusión de la trilogía, que cosechó los frutos de toda la serie al alzarse con el premio Locus y ser finalista del Hugo, World Fantasy y British Fantasy. «Maestro de enigmas», por su parte, aunque no recibió mucho reconocimiento en su momento, ha acabado figurando en varias listas de los mejores libros de fantasía, en particular en las encuestas de Locus al respecto de 1987 y 1998.
Otras opiniones:
De José Joaquín Rodríguez en BibliópolisDe Sandra Herrera en CyberdarkDe Claudia de Bella en AxxónDe Vic en VianewsOtras obras de la misma autora reseñadas en Rescepto:
Las bestias olvidadas de Eld (1974)

