Delirios
Delirio despótico, sólo así se puede llamar a la actitud del presidente Andrés Manuel López Obrador cuando solicita al INAI que investigue el origen de los ingresos de Carlos Loret de Mola, porque sabe perfectamente que nada sustenta su petición, por eso intenta justificar la violación del derecho a la privacidad del periodista señalando en ese oficio que si el INAI no tiene competencia, le informe “si puedo como ciudadano, ejerciendo mi derecho a la libertad de información y expresión, dar a conocer facturas y comprobantes sobre los ingresos del señor Loret de Mola, de conformidad con la documentación que me hicieron llegar los ciudadanos”.
Miente el presidente, la documentación que quiere revelar la obtuvo gracias a que es el presidente, y en su carta presenta indicios quién se la entregó, cuando señala al INAI que esa “información seguramente la podrán obtener en el Registro Público de la Propiedad y Comercio, en el Servicio de Administración Tributaria o en la Unidad de Inteligencia Financiera”. La presidenta del Consejo Consultivo del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, Nuhad Ponce Kuri, ya adelantó en entrevista con El Universal que no es posible aceptar la petición de López Obrador porque la obligación del INAI es custodiar, proteger y garantizar la protección de datos personales de cualquier persona, y a la vez transparentar la información siempre y cuando sea del orden público; por lo que el INAI no es autoridad para obtener los datos con que el presidente quiere vengarse de Carlos Loret de Mola.
Las consecuencias de los delirios despóticos del presidente ya están teniendo consecuencias más allá de la mañanera, un grupo de imbéciles (lo siento, sólo así los puedo identificar) publicó una carta en apoyo al presidente, un exceso de lambisconería e irresponsabilidad, porque en el texto, aseguran que López Obrador “simboliza los ideales de la nación, la patria, el pueblo, la independencia, la soberanía”, todo eso es para ellos Andrés Manuel, y luego se quejan de que Enrique Krauze lo haya definido como el Mesías tropical.
Estos senadores, entre los que se encuentran Olga Sánchez Cordero, Ricardo Monreal, Nestora Salgado, Susana Harp, y Napoleón Gómez Urrutia, no sólo divinizan a López Obrador, además aseguran que quienes “se oponen al presidente de México no son más que un puñado de mercenarios que al ver sus privilegios mancillados luchan con todo su poder económico para que prevalezca el viejo régimen”, y señalan a quienes no quieran adorar a López Obrador de ser traidores a la patria.
Hasta hace poco la traición a la patria era uno de los pocos delitos que en México se castigaban con la pena de muerte; de acuerdo al Código Penal Federal, se considera traidor a la patria a las personas que realicen “actos contra la independencia, soberanía o integridad de la nación mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero”. Personas que uno puede considerar inteligentes por los cargos que han desempeñado o la defensa de algunos derechos como Olga Sánchez Cordero o Ricardo Monreal, se revelan como los imbéciles que son con tal de alabar a su patrón.
La actuación de López Obrador en la mañanera del lunes merece una reflexión colectiva, la discusión sensata del diálogo público en que se analicen los riesgos de los arranques autoritarios del presidente, lamentablemente, el servilismo de sus seguidores, la lambisconería de sus empleados, como la carta de los senadores morenitas, impide que se pueda mantener una discusión civilizada, porque ya rebasaron la línea de las descalificación y ahora acusan a sus adversarios y todos los que no piensen como ellos de delitos graves, como traición a la patria, esa patria que López Velarde nos enseñó que era impecable y diamantina, pero que para estos imbéciles encarna una persona llena de ira, rencor y sed de venganza.
Ante las creencias surgidas de la fe ciega no hay argumento que valga, a eso han rebajado el debate público los senadores de Morena con tal de defender al presidente.
Coda. “La indignación moral es la estrategia del imbécil para parecer digno”, Marshall McLuhan.
@aldan
Bajo presión, mi columna en LJA.MX


