Jimmy

Mano, le tuve que decir a Jimmy que no viniera más por casa. Jimmy. ¿Tú lo conoces? ¿El chamaco que jugaba futbol con nosotros en la playa? Si, éramos amigos, pero el tipo resulto ser un pedante (esa palabra me la enseño él mismo), y por fin no pude más y lo tuve que botar como bolsa. Si mano, al principio estaba bien, porque el tipo es inteligente, y tenía un estilito medio de prócer o revolucionario, tu sabes, bajito, flaco y medio eléctrico y siempre con la camisa abotonada hasta el último botón y los pantalones bien planchados. Era un tipo interesante. No me acuerdo ni de donde salió, sé que apareció un día en la playa y se metió a jugar futbol de playa con nosotros, pero jugaba malísimo. No podía ni tirar, ni cachar, ni correr. Y nosotros jugábamos a matar, no sé ni cómo sobrevivió ese primer juego. Jimmy estaba como fuera de lugar en la playa. Pero volvió, y como mi casa es de puertas abiertas y to el mundo janguea en el balcón, de momento estaba en casa a cada rato. Se pasaba las horas sentado en el balcón de casa hablando como si fuera un profesor. Tú sabes que él ya estaba en la yupi y además lo habían aceptado a la facultad de premédica y to. El grupo de los 100 decía siempre, porque era medio echón. Al principio que visitaba, pues estaba bien, era entretenido. Bueno, hasta cierto punto, porque el tipo no tenía nada de cómico y nosotros que nos pasábamos de chiste en chiste, el como que nunca caía en ese ritmo. Como que no tenía sentido del humor. Desde el primer día que lo conoció, a Nanana no le cayó bien. Ella tiene un sexto sentido para las personas. La primera vez que el vino a casa y lo conoció, y el Jimmy es súper formal y viste bien, ella después me dijo, ese tipo no me gusta nada, yo no sé qué tú haces con él. Y yo que he llevado a mucha persona dudosa a casa y Nanana nunca había dicho eso de nadie. Pero como era amigo nuevo y a mí no me gusta juzgar a las personas así de primera impresión, le dije algo como, Ay Nanana, deja eso, el tipo es buena gente, está en la yupi y to. Y ella pues no lo volvió a mencionar. Y Jimmy siguió sentado en el balcón por varios meses. Pero llegó el momento que parecía que estaba allí sentado permanentemente. Allí estaba casi todas las tardes esperándome cuando llegaba de la escuela, sentado en la silla de ratán mirando hacia la calle, hablando con cualquiera que pasara por ahí como si allí viviera. Que en verdad no era la primera persona que hiciera eso. En ese balcón se sentaba cualquiera a esperar a que alguien llegara a casa o simplemente a coger brisa. Pero Jimmy lo llevó a otro nivel. Lo hizo tantas veces que de verdad que empezó a parecer que no tenía nada más que hacer. No sé de donde sacaba el tiempo para sus estudios y otras cosas. Muchas veces le tuve que decir que ya se tenía que ir porque iba a comer o a dormir, porque si no se lo decía, no se iba. Entonces, siempre  muy educado, daba las gracias y se iba a pie, o a veces tenía un punto ocho bien cocolo que un primo le prestaba. Y hasta un par de veces por salir de él, le di pon hasta su casa en la calle Almendro en Punta las Marías. Pero me cansé, la verdad que llegó el momento que estaba harto del tipo. Coño que mucho hablaba, todo lo sabía, cualquier cosa que dijera alguien, el sabia de eso, un genio, que al principio estaba cool, pero después de un par de meses de eso, mano, olvídate, y cuando empezó a corregirme todo lo que hacía, ahí quedamos. Que si comía mal, que si ejercitaba mal, que si me sentaba mal, que si un día iba a ser paciente de el por todas las cosas que estaba haciendo mal. Ahí ya pasó de ser solo un fastidio y yo estaba a punto de estrangularlo. Así que le dije que ya, que esta amistad no iba pa ningún lao y que no viniera más por casa.

Pues tú no sabes ni la mitad del cuento, Rober. El tal Jimmy se desapareció. Parece que al par de días de tu botarlo, se fue con un cuento a pedirle chavos a no sé cuántos de tus amigos. Fue hasta donde el papá de Jorgito, imagínate, a Don Ramiro que es tan serio y tan cuadrao con los chavos. Parece que fue con un cuento de que tenía un tío que era juez y tenía algún embrollo en el hipódromo y sabia no sé qué de cómo ganar chavos jugando a los caballos. Y si le daban chavos él se los iba a duplicar o triplicar o no sé qué. Yo te lo dije, desde la primera vez que se apareció por aquí, ese tipejo no me cayó nada bien. Y pensar que estuvo todos esos días aquí sentado en el balcón. ¡Qué horror! Imagínate. Por suerte tú te avispaste a tiempo, si no, sabe Dios si te viene a ti también con el cuento ese. No sé cuántos de tus amigos le dieron chavos, pero parece que fueron unos cuantos y ahora el tipo se desapareció y cuando lo fueron a buscar a ver que había pasado con los chavos, resulta que ni vivía en esa casa en Punta las Marías donde tú lo llevabas. No vivía ahí y no es ni estudiante en la yupi y nadie sabe nada de él. ¡Dios santo! ¡Seguro que ni se llama Jimmy! El tipo se desapareció con un montón de chavos. Y bueno, no lo han encontrado ni por los centros espiritistas.

Pues mira que lo encontraron sí. Allí lo tienen en el cuartel de Llorens. Ya mismo vamos to’s pa'lla que lo van a llevar a corte. Estoy loca por verle la cara a ese hijo 'e puta. Perdona mi lenguaje pero es que estoy incendiá. Ojala que lo encierren y boten la llave. ¡Cabrón! El vino a casa, carifresco coño, con ese cuento del hipódromo y mi nene, bendito, tan inocente y tan bueno, le dio cuarenta pesos que se había gana’o faja’o haciendo no sé qué trabajos por ahí. Gracias a Dios, parece que mi nene le debía chavos a otro muchacho, a un tal Edward ¿Lo conoces? que trabaja en la Interamericana y resulta que el tusa ese de Jimmy está inscrito en la Inter y Edward lo recordaba de verlo por allí y busco su registro y encontró nombre y dirección. Edward se fue con Jorgito a Llorens, porque vivía en Llorens y no en Punta las Marías como pensaban todos, y en Llorens hablaron con la mamá de Jimmy, y la pobre mujer les hizo el cuento de que no sabía en que líos estaba meti'o Jimmy, y que su hijo estaba perdi'o y ella ya no sabía qué hacer con él, y que nunca estaba en casa y no sé qué más cuentos. Mochos to's seguro pa' proteger al pillo. Pero igual lo reportaron a la policía y no sé dónde lo mangaron por fin y se lo llevaron arresta’o al cuartel de Llorens y hoy vamos to's pa'lla a verle la cara al sinvergüenza ese, coño que se aprovechó de mi nene y no sé cuántos otros muchachitos del vecindario, pobrecitos.

El lío en el cuartel estuvo un poco fuerte, pero no puedo negar que me lo gocé un poco. Estaban todos los papás y mamás con sus nenes allí gritando como si yo estuviera en Menudo. Digo, excepto por las esposas. Yo pensé, si los sueltan me descuartizan como si fuera un filete de res entre cien perros salvajes. Suerte que la policía estaba ahí para protegerme. (Eso es lo que llaman ironía.) Tenían dos filas formadas y entre ellas pasé del cuartel a la patrulla sin percance alguno. Con la cabeza en alto. ¡Que se jodan! Esos nenes riquitos nunca han pasado ni un día difícil en su vida, que aprendan un poco. Viven cómodos en sus casas, con sus estéreos, jugando en la playa y comiendo carne todos los días y nunca les falta nada. Nos ven pasar por la calle y nos miran con miedo y despecho como si lo único que nos interesara fuera robarles las bicicletas. ¿Que son veinte o treinta pesos para ellos? Eso se lo ganan con lavar un par de carros de los vecinos, o se los piden a papi y el saca la billetera y se los da sin pensarlo. Además, yo no se los quité a punta de pistola ni nada por el estilo. No tienen caso, el abogado que me apuntaron me lo dijo. Me dieron los chavos por cuenta propia, por su propia avaricia. Siempre quieren más y más, lo tienen todo y quieren más, y cualquier cuento medio pendejo que les prometa dinero fácil se lo tragan sin pensarlo. Mira que se tragaron el cuento ese del hipódromo sin pensarlo dos veces, la verdad es que se los vendí. Si, ya mismo les voy a triplicar los chavos. ¡Ja! Esos chavos no los vuelven a ver jamás.

Así mismo fue, todo el mundo bien agitado con el juicio de Jimmy, pero no lo pudieron condenar porque todo el mundo le había dado el dinero voluntariamente. El Jimmy salió libre de todos los cargos y se quedó con los chavos. Alguien mencionó algo de demandarlo por el dinero, pero eso quedó en nada, probablemente por la misma razón que no lo encontraron culpable en la corte. El Jimmy se salió con la suya. Por lo menos hasta aquel día, años después, cuando Jorgito y su novia Marilee iban guiando en el Volvo de Jorgito por la McLeary frente a Kasalta cuando vieron a Jimmy caminando por la acera. Jorgito no lo veía desde aquel día en el cuartel de Llorens, y Marilee solo había oído el cuento, pero Jorgito lo reconoció enseguida. Chilló el carro y se bajaron los dos. Jimmy los vió y salió corriendo, y los dos salieron detrás de él y hubo carrera en la McLeary por medio bloque hasta que Marilee lo alcanzó, se le tiró encima y lo tumbó como si estuvieran jugando futbol de playa. Ahí lo obligaron a que les diera un reloj que tenía, y el par de pesos que llevaba en la billetera y se fueron medios satisfechos.

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Published on March 04, 2016 05:47
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