Mensaje en Botella
¿Cuantos años tienen que pasar para que más vale tarde que nunca se convierta en para tan tarde, mejor nunca? Perdón por no contestar tu última carta. Perdón. Muchas vueltas ha dado el mundo y muchas vidas he vivido desde esa última carta que hoy por fin contesto, demasiado tarde y sin esperanza de que llegue. Es un mensaje en una botella tirada en el mar del tiempo.Aquel verano fue mi último verano viviendo en Puerto Rico. El verano empezó con el crucero de mi clase. Nos acabábamos de graduar y un grupo grande nos fuimos por cuatro días en barco a Santa Cruz, Santo Domingo y no recuerdo donde más. Fue la conclusión de trece años de escuela y una fiesta continua desde que zarpamos. El futuro empezaba en agosto y el verano era la gran pausa antes de empezar el largo viaje, como dice Alberto Cortez, solo de ida el pasaje.
En el crucero conocí a Blanca. Nos conocimos en el crucero y entre las conversaciones que tuvimos, me preguntó qué carro yo guiaba. Imagínate ¿carro, yo? Los únicos carros que había guiado eran el Datsun destartalao de mi abuela y el Hondita de mi abuelo que estaba un poco mejor, pero ni tanto. Yo miro a Blanca y de chiste le contesto, Pfft, mija, yo tengo dos carros, un Porsche y una Corveta, nunca se cual escoger. Hay un mundo donde un chamaquito de 17 años pude decir algo así sin estar chisteando, pero ese mundo ni me lo podia imaginar.
Después del crucero llamé a Blanca y la invité a salir. La fui a buscar en el Hondita de mi abuelo, y lo primero que me preguntó al montarse en el carro fue ¿Porque no me viniste a buscar en el Porsche? Ajajaja, me reí, pensando que estaba chisteando, pero inmediatamente me di cuenta que ella de verdad creía que yo tenía un Porsche y una Corveta. Le expliqué que yo no tenía ni carro propio, mucho menos un Porsche y este Hondita es el de mi abuelo que me lo presta de vez en cuando. Nunca he podido olvidar la cara de desilusión de la pobre Blanca. Esperaba que la viniera a buscar en un caballo blanco, y en vez me aparecí en un burro como Sancho Panza.
Pero todo tiene su rayito de luz. En el Hondita destartalao, Blanca y yo fuimos a una fiesta de una de sus amigas y allí te conocí. Un par de días después, vino el grupo completo de ustedes a visitar el área metropolitana y Blanca me llamó a ver si las podía llevar a pasear. Pues seguro que sí. Las paso a buscar como a las ocho, y las llevo a donde quieran.
Lo de a donde quieran no resultó exactamente según planeado. Sorprendentemente, lo recuerdo todo como si fuera ayer. Recuerdo que iban dos de ustedes en el asiento de al frente y no sé cuántas atrás. Todas apiñonás en el Hondita de mi abuelo.
No sé de donde yo saqué la botella de vodka pero tan pronto las recogí en Isla Verde la abrimos y empezamos a darnos shots. Tú sabes cómo eran las cosas. Felices de estar todos juntos y camino al Viejo San Juan y nada mejor para celebrar que un par de shots de vodka.
¿Tú te acurdas como fue que terminamos en el Castillito? Yo creo que camino a San Juan alguien dijo que nunca había ido, y pues, ah no, eso hay que remediarlo, pues pa'l Castillo de San Gerónimo. Ahí metí la pata de ir a la tiendita que había en la calle de entrada a comprar otra botella de vodka. La otra ya se estaba acabando. Y después de esa metía de pata, se me pasó la mano y como la vodka es media traicionera, de momento me encuentro vomitando directamente sobre el bonete de un carro. Uno deportivo, brillosito, acabadito de lavar y encerar. Un Porsche. En serio. Me acuerdo que justo después de vomitar, me sequé los ojos y vi el vómito escurriéndose por todo el bonete hasta el suelo y pensé, un fokín Porsche. Y en ese momento aparecieron Vitín y Lito, me vieron la cara de medio muerto que seguro tenia y el vomitado bonete y dijeron, Cofre, estas malito. Si, mano, balbuceé yo. Nos reímos todos, pero de verdad estaba bastante malito, tan malito que no podía guiar. Ahí fue que el resto del grupo hicieron como Cheo y se desaparecieron. Bien echo porque yo iba a estar desactivado un buen rato. Creo que los mismos Vitín y Lito le dieron pon a Blanca y tus otras amigas. Pero tú no te fuiste con ellas, tú te quedaste conmigo. Reclinaste el asiento del carro para que yo me recostara, me trajiste agua y después café y me secaste el sudor de la frente y me agarraste la mano y me la acariciaste. Yo te miraba entre el aguachirre de mis ojos y solo veía tu cariño.
Después de varias horas bajo tu cuidado en el estacionamiento del Caribe Hilton, me sentía mejor. Tu guiaste el Hondita hasta donde te estabas quedando con tus amigas y me preguntaste si estaba bien para guiar. Si, gracias a ti.
Que fácil se volvió todo. Salíamos de paseo por el pueblo, íbamos al cine, salíamos con amigos, o nos quedábamos en tu casa sentados en el sofá hablando hasta todas horas. El verano se volvió verano y el tiempo paró su marcha.
¿Te acuerdas cuando fuimos al Holiday Inn? Eso fue el día antes de irme. Momentos antes de que el tiempo empezara otra vez. El Holiday Inn tenía una discoteca bastante estéril, como pedida por catalogo. No había nadie, un piso de baile vacío, luces de colores y un disc jockey tocando los hits del día. Deniece Williams, Pointer Sisters, Madonna... nadie quería estar ahí, pero para nosotros era Xanadú. Un mundo mágico en otra dimensión. Bailamos por horas, tú y yo y las luces y la música. Cuando por fin cerraron te llevé a tu casa, nos dimos un beso y nos vemos ya mismo, me vas a hacer mucha falta, otro beso, te voy a escribir y otro beso, y al final me fui al aeropuerto a montarme en aquel avión, para aquel largo viaje.
Nadie hubiera podido prepararme para lo que se asomaba por el horizonte. El futuro acecha y el presente llama y pasan las olas del tiempo, algunas más grandes, otras más suavecitas, y a veces algunas vertiginosas que nos llevan de revolcón, vueltas y vueltas y más vueltas, y cuando por fin salgo a respirar, el mundo cambió. Estoy sentado en un dormitorio colegial, paredes de ladrillos, camas con marcos de metal, pienso en ti, en inglés, how I wish you were here, we're just two lost souls swimming in a fish bowl... y te escribo y por la ventana es un caleidoscopio de colores brillantes, y unicornios brincan sobre nubes de algodón y azúcar, y yo salgo por la ventana, volando con alas de papel hacia un mágico futuro.
Y el tiempo pasó. Pasó porque nunca paró. En tu última carta me dices que hace mucho que no te escribo. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuanto tiempo ha pasado?
Nunca boté ninguna de tus cartas. Las acabo de encontrar todas. Páginas y páginas. Hablan sin tener que leerlas, el papel, la letra, dibujos, comentarios, correcciones, como si las hubieras escrito ayer y yo las recibí hoy. Todas a la vez. Lindas, bellas cartas. He leído pedacitos aquí y allá, cada palabra vive en la página, cada palabra viva. Cada palabra, cada letra, una máquina del tiempo, del espacio, escrita con tu propia mano. Me transportan y te veo, y me veo, tan jovencitos, mira, mira como el futuro abre sus puertas...
Published on April 08, 2016 11:39
No comments have been added yet.


