Estado y la transformación productiva
El crecimiento de la Productividad Total de los Factores (PTF) se redujo desde 2,3% anual en los ´90, a 0,3% en los ´00 y a -02% en los ´10. La razón de estos malos resultados que cruzan a varios gobiernos es que los recursos naturales que fueron claves en los ´90 (minería, pesca, acuicultura y forestal) redujeron su productividad por factores exógenos (reducción de ley del cobre, cambio climático) o endógenos (sobre explotación de recursos renovables). Es decir, Chile se quedó pegado con una estructura productiva primaria exportadora, con escasa innovación y restricciones evidentes a su crecimiento, sin lograr pasar a una fase de crecimiento sustentable más dependiente del capital humano, el conocimiento y con mayores niveles de inclusión social. Hay que generar dinámicas de innovación en torno a los recursos naturales, que permitan aumentar su productividad y sustentabilidad, y diversificar la estructura productiva con bienes y servicios sofisticados vinculados a éstos.
La emergencia de tecnologías disruptivas amenaza con dejar obsoletas las formas de trabajo y producción que conocemos. ¿Cómo enfrentamos la revolución digital y su impacto en la producción y los servicios? ¿Cómo nos subimos a las nuevas tendencias tecnológicas asociadas al desafío de la sustentabilidad y el cambio climático, y permitimos a su vez generar nuevas actividades económicas con un mayor componente de servicios sofisticados?
El enfoque de política de desarrollo productivo debe considerar iniciativas de carácter horizontal o neutras ex ante, orientadas a corregir externalidades e incertidumbres tecnológicas, tales como crédito tributario al I&D y a la inversión en capital humano. También debe abordar fallas de coordinación y desarrollo de bienes públicos que tienen un alto nivel de especificidad sectorial. Un ejemplo: en la era de la Internet de las cosas, el desarrollo y adaptación de estándares de interoperabilidad digital es clave. Sin embargo, estos estándares son sector específico, ¿por dónde partimos? Hay que ser selectivos ex ante. Partimos por minería, construcción y salud. Estos dos últimos muestran problemas de productividad y como el Estado tiene un rol clave como comprador de servicios, se impulsó la transformación digital desde el Estado generando estándares específicos para interoperabilidad, plataformas tecnológicas compartidas y capital humano especializado con resultados notables en breve plazo. Y en la minería se pueden obtener los mayores beneficios de desarrollar un sistema de estándares de interoperabilidad para promover servicios tecnológicos con plataformas de innovación abierta para la Minería Inteligente. Estas plataformas son bienes públicos sectoriales que son co-financiados por la industria.
En otro ámbito, Chile tiene las mejores ventajas del mundo para producir metales bajos en emisiones de CO2 para los autos eléctricos, hidrógeno solar, pudiendo convertirnos en gran exportador de energía limpia. En el caso de las baterías eléctricas, tenemos los principales insumos: Litio, Cobalto, Fierro y energía solar barata (no transable internacionalmente). ¿Podemos pensar en integrarnos en la cadena de valor y producir cátodos para baterías? Obvio que sí, más aún si no hay subsidios a la producción ni protección y el Estado cumple básicamente un rol de promotor, ¿por qué no?
Todos los países OCDE diseñan estrategias para superar sus brechas. Por lo mismo, debemos promover espacios de cooperación: público, empresa, academia y sociedad civil, generando hojas de ruta de innovación con un esfuerzo de co-financiamiento público privado de las iniciativas específicas. En esta línea, los programas Estratégicos de Especialización Inteligente de Economía y Corfo están generando en un ambiente de confianza, un conjunto de iniciativas concretas de elevado impacto en productividad en sectores claves de la economía chilena.
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