Trapero y tú (3 de 3)
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Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para... ¡qué sé yo para quién!... para quien escribimos los poetas líricos... Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma
»Juan Ramón JiménezCapítulo 132 - La muerte
El pobre se removió brusco, su mano callosa, balanceándose al abismo del catre... No tenía fuerzas... Le agarré con dulzura, acaricié la vieja mano, expansiva de amor, y entibié el aire con tranquilas palabras. Hice llamar al viejo Serbón, médico de pobres, qué de tanto atenderles se ha vuelto igual. Médico de vocación, pobre hasta el tuétano.El pobre Trapero mueve confundido los ojos, abre la desdentada boca mordiendo un imaginario alimento en el aire, sus ojos observan detrás de mí, en dirección a los mortecinos faroles.—¿Nada bueno? No sé qué contestó Serbón. ¡Qué el infeliz se va! Nada... Que un mal viento... Qué no sé qué frío en el corazón... La mala época.Ya no tiene frío Trapero. Sus enseres, mágicos tesoros, están en el mundo de los escombros eternos. Rodeados con tu mudo silencio, tu pueril sonrisa, tuafectuoso silencio. Ya les digo a los niños que no vengan, pues Trapero está para siempre contigo.Y tú esperas tranquilo con la guadaña en la fría calle empedrada, Trapero y tú, una dualidad inseparable. Trapero te abraza, muestra la pueril sonrisa de siempre. Entonces desaparecéis, por la infinita calle de faroles mortecinos, os alejáis juntos, Trapero y tú.
Con amor a Platero y Juan Ramón Jiménez
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
Published on May 30, 2017 12:00
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