Les tengo un gran aprecio, que conste. No solo eso: las considero unas profesionales de primera, con un olfato privilegiado desarrollado a base de dejarse la piel durante años bregando con libros, autores, editoriales, derechos, egos, intereses y mercados. Pero de vez en cuando me entran unas ganas tremendas de mandarlas a freír espárragos. Porque las puñeteras dan donde más duele.
[image error]
Published on March 17, 2017 01:11